La manera en la cual somos capaces de procesar emocionalmente nuestras experiencias es fundamental. Vivir una experiencia no es lo mismo que procesarla emocionalmente. Después de una experiencia, tanto positiva como negativa, que ha significado más que otras vivencias cotidianas necesita pues, un trato privilegiado.
Una opción bastante común es querer esconder la emoción, hacer como que no ha pasado nada o que hemos salido inertes de tal circunstancia…Cuando estamos procesando una vivencia con sus emociones éstas nos interpelan con preguntas y éstas últimas nos dan la posibilidad de que nuestra experiencia sea fuente de aprendizaje. Poder procesar las emociones nos demuestra la compleja maraña de sensaciones que una sola experiencia nos puede traer y pensar que podemos pasar página sin más reflexión se vuelve una estrategia un tanto irrealista.
Ordenar nuestros sentires, permitirnos saber cómo nos afectan las experiencias a nivel emocional, psicológico y fisiológico es una información no solo relevante sino necesaria para ir surtiéndonos de un autoconocimiento que, sin duda, nos resultará útil en situaciones venideras.
Cierto es que la actitud juega un papel importante. No es lo mismo enfrentarse a las vicisitudes con una actitud positiva, proactiva y flexible a aceptar opiniones que una actitud negativa, derrotista y rígida para con uno mismo. Ahora bien, como sabemos en general, estar todo el tiempo en un polo nos impide ver la profundidad y complejidad de la realidad que transcurre alejada de radicalidades. Con esto me refiero a que hay personas que tienen una actitud positiva, tanto que no se permiten emociones negativas. No se permiten sentirse tristes, pedir ayuda, decir «con esto no puedo/quiero» y otras afirmaciones del estilo. Hay otras personas que con su actitud negativa no pueden encontrar nunca las soluciones puesto que sólo tienen un punto de vista muy cerrado y casi siempre se colocan en un lugar de desventaja (de ahí esa actitud negativa).
Entonces, ¿Cómo hacemos para procesar emocionalmente nuestras experiencias?
Necesitamos darnos el permiso primero para sentir lo que sea que estemos sintiendo, sin que opere el juicio, o si opera no hacerle caso puesto que esto nos limita la experiencia. Una vez nos hemos permitido sentir, podemos hacernos preguntas como:
- ¿De qué manera siento que esta experiencia me abre una perspectiva?
- ¿Estoy tendiendo a mirar sólo una clase de información (positiva o negativa)?
- Estoy interpretando esta situación con la información obtenida de esta misma situación o estoy trayendo experiencias anteriores que, en realidad, no tienen porqué tener que ver con ésta?
- ¿Puedo describir con claridad lo que siento? Sino es así, Intento ordenar las emociones e intentar describirlas hasta que me encuentre con un relato claro de lo que siento, pienso, necesito.
- Si es una experiencia positiva, ¿Soy capaz de utilizar mi criterio para no pasar por alto información relevante que pueda necesitar en el futuro?
- Si es una experiencia negativa; ¿Cuando analizo la situación lo hago a partir del miedo? Si es así, buscar ayuda para relativizar, buscar nuevas perspectivas, etc.
La lista puede ser más larga, se trata de que veas qué ideas de las arriba expuestas te resuenan y comiences tu proceso personal para encontrar tu especial manera de procesar tus experiencias con responsabilidad, capacidad de fluir y amor por ti mism@.
Es importante poder mantener conversaciones de este tipo, con otros y con nosotros mismos. Si eres extrovertida, posiblemente te ayudará compartir la experiencia con otros, hazlo! Sin olvidar desarrollar tu propio criterio y estilo personal. Si eres introvertida posiblemente prefieras analizar la experiencia por tu cuenta, hazlo! Sin olvidarte que a veces compartir puede ayudarnos a abrir las posibilidades existentes.
Darte la posibilidad de integrar las experiencias por las cuales vas transcurriendo es un regalo que nadie más puede hacer por ti.