Estar nuestra mayor parte del tiempo proyectando hacia el futuro nos impide estar en el presente. Hacer planes, soñar, preparase para ir consiguiendo retos son acciones sanas si las equilibramos con estar en el hoy. Si además de todo lo que hacemos por nuestro futuro podemos parar, tomarnos descansos, hacer nada, entonces estamos equilibrando. Si, por lo contrario, nuestra respuesta constante es: “no tengo tiempo” entonces hay un desbalance y lo empezaremos a notar en que estaremos más cansadas (aun cuando recién empezamos el día), estamos irritables, tenemos una sensación de “ansiedad flotante”, nos da la sensación que no importa lo que hagamos no llegamos a todos y la calidad muchas veces se nos queda por el camino.
Lo que hacemos tiene que tener un sentido, es decir, tiene que tener sentido en el hoy y en el mañana. Si sólo tiene sentido en el mañana entonces quiere decir que en el hoy no nos estamos cuidando.
¿Cómo cuidarnos?
Una práctica muy bonita que he encontrado es el agradecimiento.
Despertarnos y sentirnos agradecidas porque estamos comenzando un día nuevo. Con retos seguramente y también con momentos de placer si estamos atentas. Centrarnos en lo que no tenemos, en lo que aún no hemos conseguido, en alcanzar solamente las expectativas que nos dicta nuestro ego nos hace sentir sobre todo frustradas y cansadas.
Si cambiamos el foco y en vez de estar todo el tiempo pidiendo o queriendo cosas que aún no tenemos lo ponemos en las cosas, personas, situaciones que sí forman parte ya de nuestra vida la sensación cambia por completo. En vez de vacío hay plenitud.
Observar las pequeñas cosas que damos por sentadas porque siempre han estado ahí y darles un sitio de privilegio, ser conscientes que aunque demos cosas por sentado podrían bien no estar ahí y que si no formaran parte de nuestra vida quizá, ésta sería más complicada. Tomarte momentos en el día para cerrar las ojos, escucharte respirar, mirar a los que te rodean sin estar esperando nada a cambio, admirar los procesos de la naturaleza, poner atención a tus cinco sentidos y todo lo que ellos ofrecen para ti. Deja de pedir y empieza a agradecer.
No quiere decir que tengas que confirmarte siempre con cosas con las que no estás de acuerdo. Quiere decir que eres capaz de valorar lo que tienes, una práctica imprescindible si ansías sentir felicidad por tus logros. Valorar consiste en justamente poner en valor. Y eso es algo subjetivo, pregúntate cuanto valoras el espacio en dónde habitas, las personas que te rodean, lo que sí hayas conseguido, el hecho de que estés más o menos sana, más o menos acompañada. Pon en perspectiva tus sentires y no te des tanto espacio en la pataleta, sino en la ecuanimidad.
Hay muchas vivencias que pasamos por alto sin darle importancia, sin poner en valor porque estamos ansiosas por que llegue el futuro, ¿pero sabes qué? El futuro será algún día presente y si no sabes saborear el presente de hoy, ¿porque piensas que sabrás disfrutar el de mañana?