¿Cómo te puedo ayudar?

Como psicóloga, mi objetivo es acompañarte en tu camino hacia el autoconocimiento y el bienestar emocional. Entiendo que cada persona es única y que, al buscar apoyo, es fundamental encontrar el enfoque terapéutico que mejor se adapte a sus necesidades y circunstancias.

Hoy te comparto una tabla que resume las principales características y beneficios de cuatro enfoques terapéuticos en los cuáles me he formado (además de la psicología clínica pura y durra): la terapia sistémica, la dramaterapia, la terapia humanista y la terapia de psicología analítica profunda. Cada uno de estos enfoques ofrece herramientas valiosas para explorar nuestras emociones, mejorar nuestras relaciones y fomentar nuestro crecimiento personal.

Espero que esta información te ayude a comprender mejor cómo cada tipo de terapia puede contribuir a su proceso de sanación y desarrollo. Recuerda que estoy aquí para responder cualquier pregunta o inquietud que puedas tener sobre estos enfoques. Juntas podemos encontrar el camino que mejor se ajuste a tus necesidades.

¡Comencemos!

Enfoque TerapéuticoCaracterísticasBeneficios
Terapia Sistémica– Se centra en las relaciones y dinámicas familiares o grupales.– Mejora la comunicación y comprensión entre los miembros del sistema.
– Analiza patrones de comportamiento dentro del contexto familiar.– Ayuda a identificar y cambiar patrones disfuncionales.
– Utiliza técnicas como la genograma para visualizar relaciones.– Fomenta un sentido de pertenencia y apoyo en el grupo o familia.
– Promueve la resolución de conflictos interpersonales.
Dramaterapia– Utiliza el teatro y el juego como herramientas terapéuticas.– Facilita la autoexpresión y la exploración emocional a través de la actuación.
– Permite representar experiencias personales en un entorno seguro.– Ayuda a procesar traumas y emociones difíciles mediante la dramatización.
– Fomenta la creatividad y el juego simbólico.– Promueve la empatía al ver situaciones desde diferentes perspectivas.
– Mejora habilidades sociales y de comunicación a través del trabajo en grupo.
Terapia Humanista– Se centra en el crecimiento personal y la autorrealización del individuo.– Fomenta una mayor autoconciencia y aceptación personal.
– Enfatiza la relación terapéutica como un espacio seguro para explorar emociones.– Promueve el desarrollo de una autoestima saludable y confianza en uno mismo.
– Utiliza técnicas como la escucha activa y la reflexión empática.– Facilita el descubrimiento de valores personales y objetivos significativos en la vida.
– Ayuda a superar bloqueos emocionales y fomentar cambios positivos en la vida cotidiana.
Terapia de Psicología Analítica Profunda– Basada en las teorías de Carl Jung, se enfoca en el inconsciente colectivo y los arquetipos.– Facilita una comprensión más profunda de los conflictos internos y patrones psicológicos.
– Utiliza sueños, mitos y símbolos para explorar el mundo interno del paciente.– Promueve el autoconocimiento a través del análisis de sueños e imágenes simbólicas.
– Se centra en integrar aspectos conscientes e inconscientes de la personalidad.– Ayuda a desarrollar una mayor conexión con el yo auténtico y los aspectos espirituales de la vida.
– Fomenta un sentido de propósito al conectar con arquetipos universales que resuenan con el individuo.

Cada enfoque terapéutico tiene sus propias características únicas que pueden ofrecer diferentes beneficios según las necesidades individuales del paciente. La elección del tipo de terapia dependerá de factores como las preferencias personales, los objetivos terapéuticos específicos, así como las dinámicas familiares o grupales que puedan estar influyendo en tu bienestar emocional.

Ofrezco una primera sesión online gratuita para que podamos conocernos y me expliques el motivo por el cual quieres revisar tu situación actual. De esta manera puedes valorar, sin compromiso y desde la cercanía, si crees que soy la persona adecuada para acompañarte en este momento vital.

¿Quieres contactar conmigo y agendar una primera entrevista gratuita? En el siguiente enlace te explico cómo: Acompañamiento terapéutico

La duda

 La duda

Estar en un estado de duda permanente nos drena la energía vital. No nos deja ocuparnos de nuestro día a día, nos crea un velo espeso que nos hace olvidarnos de nuestras necesidades reales. 

Tomar decisiones de todo tipo por supuesto que puede ser un reto, pero darle mil vueltas una y otra vez no va a hacer que la decisión sea mejor necesariamente, en realidad, muchas veces ocurre lo contrario. Uno termina tomando la decisión para “sacarse el peso de encima” y toma una decisión impulsiva sin tener en cuenta todo ese compendio de tiempo que pasó valorando pros y contras. Y ahí está la trampa: porque cuando estamos valorando los pros y contras estamos solamente tomando en cuenta la dimensión racional. Es decir, nuestra capacidad de juicio basado en experiencias anteriores de sentimientos y pensamientos que tenemos en referencia al tema en concreto. Pero nos olvidamos de otra dimensión fundamental que es la irracional, es decir la sensopercepción y la intuición. ¿Qué nos dice el cuerpo y el alma en referencia a esa decisión? Muchas veces hablan, desde el principio, alto y claro pero nos negamos a escucharlas porque no encontramos eco con nuestra parte racional para justificar ese “sentir” sensoperceptivo y/o intuitivo. 

En general, dentro nuestro sabemos lo que necesitamos y lo que no necesitamos. La duda aparece cuando la racionalidad no sabe qué hacer con esta información y buscamos subterfugios que nos amparen en la tormenta emocional. 

Es verdad que hay que ir practicando esto de escuchar la parte irracional de uno para no confundirse.

Por ejemplo, a veces se puede confundir con facilidad un estado agitado de excitación (típico del deseo hacia algo) con alegría o bienestar. Me explico: que algo mueva mi deseo no necesariamente quiere decir que sí lo obtengo me vaya a proporcionar bienestar, a veces es justo lo contrario o a veces, no sucede absolutamente nada y las expectativas caen en un vacío que cuesta gestionar. 

En general cuando tenemos una información clara de lo que necesitamos nos produce paz interna, sensación de expansión, como cuando amanece y la luz va cobrando territorio para desvelar lo que sí hay. 

Si lo que siento es agitación y prisa lo que ocurre es que estoy siendo invadida por un impulso. Espera a que pase, haz otra cosa que no tenga que ver con darle vueltas a algo y es probable que si te estás ocupando sanamente de ti puedas escuchar lo que necesitas hacer. 

Se trata más de lo que necesitamos y no de lo que queremos. Cuando necesitar y querer no van de la mano y hacemos caso al querer, esa decisión tendrá poco recorrido en lo que a nuestra “nutrición de autocuidado” se refiere.  No estoy diciendo que no escuches tus deseos, sino que priorices tus necesidades para que cuando éstas estén sanamente satisfechas puedas ir a por tus deseos. 

Un ejercicio interesante que una puede hacer después de examinar la parte más racional de las dudas que tengamos en referencia a una situación en concreto es simplemente hacer un ejercicio de visualización en dónde nos imaginemos esas posibles circunstancias y ver cómo reacciona nuestro cuerpo e intuición. A veces no sabremos la respuesta pero sí veremos la necesidad de trabajar algo antes de tomar esa decisión. Por ejemplo si nuestro cuerpo reacciona con miedo, podemos preguntarnos: ¿A qué tengo miedo?, ¿El miedo que tengo es funcional o disfuncional?, ¿Puedo hacer algo para acercarme a esta situación con menos miedo o con más herramientas? 

Poner en perspectiva el impacto de la decisión también es otra manera saludable de afrontar la duda. Muchas veces se hace una montaña de ansiedad y preocupación porque tenemos la perspectiva polarizada, esto es que sentimos/pensamos que la respuesta a nuestra duda es “blanco o negro”. Muchas veces hay opciones alternativas dentro de los grises que no nos planteamos. A veces es verdad que tengo que ir al otro polo (momentáneamente) para compensar el desequilibrio, pero el equilibrio está en algún lugar entre esos dos polos, en la integración de los opuestos. Muchas de las decisiones pueden vivirse como totales o finales, es decir, de manera dramática y la realidad nos ejemplifica que no suele ser así. Tenemos derecho a ir tomando decisiones parciales, temporales, para ver si hacemos pie en ellas o si necesitamos retroceder un poco o avanzar dependiendo de como se encuentre la marea. La vida es una danza constante, nos encantaría encontrar ese lugar de quietud segura donde todo funcione para siempre jamás pero simplemente, no funciona así. 

Explorando el Dolor: Un Viaje a Través de la Etimología y el Duelo 

Hoy quiero invitarles a reflexionar sobre dos palabras que todos conocemos: dolor y duelo. Pero, ¿alguna vez te has detenido a pensar en su origen y lo que realmente significa en nuestras vidas?

La palabra «dolor» proviene del latín dolor, que significa «sufrimiento» o «tristeza». Esta raíz nos recuerda que el dolor no es solo una sensación física; es una experiencia profundamente emocional que puede surgir en momentos de pérdida, desamor o cambio.

La raíz «delh-» invita a pensar en una penetración profunda, una sensación que se clava en nosotros y nos afecta en lo más íntimo. 

Es una sensación de la que, en general decidimos huir o nos cuesta mucho atravesar pero que puedes ser de gran importancia como parte de nuestro crecimiento individual y emocional. 

La palabra «duelo» proviene del latín dolium, que significa «recipiente» o «vasija», pero también está relacionada con dolor en el sentido de sufrimiento. Sin embargo, en este contexto, se deriva del término duellum, que se refiere a un combate o lucha. 

El Proceso de Duelo 

Cuando enfrentamos la pérdida de alguien querido, el dolor se convierte en una parte inevitable de nuestro viaje. Es un recordatorio de cuanto amamos y valoramos esa conexión. Sin embargo, es crucial entender que este dolor tiene un propósito. Nos permite procesar nuestras emociones, honrar nuestros recuerdos e integrar esta nueva realidad.

Aquí hay algunas reflexiones sobre cómo podemos navegar por este proceso:

  1. Permítete sentir: No evites el dolor. Permítete sentir cada emoción que surja. Llorar no es un signo de debilidad; es una expresión de amor y pérdida.
  2. Quizás te sirva compartir con otros: Hablar con amigas o familiares que han pasado por experiencias similares puede ser reconfortante. 
  3. Honra tus recuerdos: Crea rituales o actividades que te ayuden a recordar a esa persona. Puede ser encender una vela, escribir cartas o simplemente compartir anécdotas. 
  4. Busca apoyo profesional si lo necesitas: Habitar un espacio seguro puede, sin juicios y con la premisa de priorizarte colabora en tu proceso de integrar tus vivencias.
  5. Recuerda que el dolor también transforma: Aunque el camino del duelo puede ser complejo, también puede llevarte a un lugar de crecimiento personal y resiliencia.

Reflexión Final 

Solemos tener la creencia de que entrar en esta etapa de duelo y permitirnos sentir lo que allí ocurre nos convierte instantáneamente en “flojos, cobardes, sensibleros, tontos, etc.” 

Nos permitimos mucho más la expresión de las emociones positivas que las negativas, y esto puede convertirse en un problema porque todas las emociones y la expresión de las mismas son necesarias para mantenernos en equilibrio. 

Cada expresión de nuestras emociones y lo que allí se aloja tiene una función que da sentido al proceso que está ocurriendo. Reprimir nuestras emociones retrasa el hecho de darle sentido y lo condena a expresarse de manera desajustada 

El dolor es una parte intrínseca de nuestra experiencia humana, habitar este proceso como los otros que la vida nos propone son lo que nos hace ser quiénes somos. Somos retazos de historias, de experiencias y también de nuestras pérdidas.

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