La energía femenina es la que nos trae la capacidad de habitar los grises. Sentarnos a observar la ambivalencia sin tener que encontrar una solución de manera inmediata. Es la que convoca a nuestra intuición para que nos ayude a poner perspectiva en la polaridad de la razón.
Cuando invertimos nuestra energía femenina en nosotras mismas, nos atrevemos a hacernos preguntas. A escuchar lo que está olvidado en algún rincón de nuestra alma y que está necesitando que lo nutramos para que pueda volver a expandirse. Toda esa energía que estamos tan acostumbradas a poner en los demás y en lo demás. Sea proyectos, personas, situaciones esa energía femenina es que hace puentes y busca mediar.
Cuando estamos en un momento de nuestro ciclo vital en el cual necesitamos poner un fin (aplica a cualquier área de la vida), el automaternaje es esencial para que nuestra energía no se agote. El poder sentarse a descansar en nuestras emociones, pensamientos, ensueños y proyecciones así como disfrutar simplemente de nuestros cinco sentidos tiene la autoridad de revitalizar. Nos conecta con que además de seres que hacemos: somos. Y eso es más que suficiente.
Cuando a nuestro alrededor hay alguien que está atravesando por un momento de quiebre, de final o de cambio solemos acompañar desde el promover una actitud de reflexión y relajación. En cambio, cuando somos nosotras las que hemos de atravesar por esos densos bosques no se nos ocurre tal descanso hasta que podemos caer agotadas o alguna otra energía femenina nos presta un permiso que no nos damos.
Aplicarnos automaternaje es esencial porque nuestra alma, nuestra psique, necesita que le prestemos atención. Es nuestro faro y para guiarnos con su luz necesita que no vayamos con los ojos vendados por los quehaceres. Si…¡Aunque haya tantos!
Para poder automaternarnos podemos propiciar la escucha de lo inconsciente; aquello que llama a lo lejos y que busca que le alumbremos con nuestro consciente. Podemos hacerlo leyendo cuentos, anotando nuestros sueños, utilizando cualquier puente artístico o artesanal que nos invite a dejar de estar pendientes del tiempo y embaucarnos en nuestro propio tiempo. El de adentro. Sentarnos a escuchar el mar, caminar rodeada de naturaleza o tirarse en un pedacito de hierba.
Automaternarnos también pasa por poner límites en el afuera, comprometernos con nosotras mismas a que ese espacio interno pueda darse sin interrupciones. Sin juicios, tanto da que sean internos o externos.
Si sabemos maternar tan bien el afuera, es que estamos más que preparadas para hacerlo con nosotras mismas. Si tenemos tiempo para el afuera, podremos sacar tiempo para el adentro. No hay nada más importante, quizá sí haya cosas más urgentes en el hacer, pero más importantes que lo que nuestro Ser reclama…
Accede a ese automaternaje o recuerda lo bien que te sentaba cuando sí lo hayas experimentado. Recuerda el placer del juego por el juego, el placer del disfrute en un solo suspiro o inhalación. LA capacidad de sentir lo mágico que puede ser estar bajo un árbol o jugando con los pies en la arena. O escribiendo: inventándote historias y dándole libre albedrío a tu imaginación. Todo ello también eres tú, y también merece ser cuidado.