Automaternaje

La energía femenina es la que nos trae la capacidad de habitar los grises. Sentarnos a observar la ambivalencia sin tener que encontrar una solución de manera inmediata. Es la que convoca a nuestra intuición para que nos ayude a poner perspectiva en la polaridad de la razón.

Cuando invertimos nuestra energía femenina en nosotras mismas, nos atrevemos a hacernos preguntas. A escuchar lo que está olvidado en algún rincón de nuestra alma y que está necesitando que lo nutramos para que pueda volver a expandirse. Toda esa energía que estamos tan acostumbradas a poner en los demás y en lo demás. Sea proyectos, personas, situaciones esa energía femenina es que hace puentes y busca mediar.

Cuando estamos en un momento de nuestro ciclo vital en el cual necesitamos poner un fin (aplica a cualquier área de la vida), el automaternaje es esencial para que nuestra energía no se agote. El poder sentarse a descansar en nuestras emociones, pensamientos, ensueños y proyecciones así como disfrutar simplemente de nuestros cinco sentidos tiene la autoridad de revitalizar. Nos conecta con que además de seres que hacemos: somos. Y eso es más que suficiente.

Cuando a nuestro alrededor hay alguien que está atravesando por un momento de quiebre, de final o de cambio solemos acompañar desde el promover una actitud de reflexión y relajación. En cambio, cuando somos nosotras las que hemos de atravesar por esos densos bosques no se nos ocurre tal descanso hasta que podemos caer agotadas o alguna otra energía femenina nos presta un permiso que no nos damos.

Aplicarnos automaternaje es esencial porque nuestra alma, nuestra psique, necesita que le prestemos atención. Es nuestro faro y para guiarnos con su luz necesita que no vayamos con los ojos vendados por los quehaceres. Si…¡Aunque haya tantos!

Para poder automaternarnos podemos propiciar la escucha de lo inconsciente; aquello que llama a lo lejos y que busca que le alumbremos con nuestro consciente. Podemos hacerlo leyendo cuentos, anotando nuestros sueños, utilizando cualquier puente artístico o artesanal que nos invite a dejar de estar pendientes del tiempo y embaucarnos en nuestro propio tiempo. El de adentro. Sentarnos a escuchar el mar, caminar rodeada de naturaleza o tirarse en un pedacito de hierba.

Automaternarnos también pasa por poner límites en el afuera, comprometernos con nosotras mismas a que ese espacio interno pueda darse sin interrupciones. Sin juicios, tanto da que sean internos o externos.

Si sabemos maternar tan bien el afuera, es que estamos más que preparadas para hacerlo con nosotras mismas. Si tenemos tiempo para el afuera, podremos sacar tiempo para el adentro. No hay nada más importante, quizá sí haya cosas más urgentes en el hacer, pero más importantes que lo que nuestro Ser reclama…

Accede a ese automaternaje o recuerda lo bien que te sentaba cuando sí lo hayas experimentado. Recuerda el placer del juego por el juego, el placer del disfrute en un solo suspiro o inhalación. LA capacidad de sentir lo mágico que puede ser estar bajo un árbol o jugando con los pies en la arena. O escribiendo: inventándote historias y dándole libre albedrío a tu imaginación. Todo ello también eres tú, y también merece ser cuidado.

Trabajar con nuestra Confusión

La sensación de estar confundidos, nublados o perplejos nos invita a buscar nuevos caminos. La incomodidad presentada por el «no saber» convoca al pensamiento a explorar nuevas maneras de ver y sentir lo que sea que se haya presentado como reto. ¿Cuánta creatividad ha despertado gracias a la confusión!

Cuando superamos el umbral de la contrariedad nos damos cuenta del terreno fértil que tenemos bajo nuestros pies y que nos permite conocernos de una manera más profunda. Son esos momentos en los que podemos elegir evolucionar o seguir en el mismo nivel viendo lo que ya vemos. Es como ir subiendo una montaña; cuanto más subimos: más perspectiva y más horizonte podremos ver aunque en algunos momentos del camino haya otras montañas más altas enfrente o densa vegetación. A medida que vamos subiendo la visión se va extendiendo. Nuestra confianza va en aumento porque hemos podido subir un poquito más y el esfuerzo en vez de ser solamente un fastidio se convierte en oportunidad.

Cuando traspasamos el umbral de la sensopercepción nos podemos adentrar en la intuición que es nuestro sexto sentido. Aquello que sabemos más allá de lo tangible. Aquello a lo que nos sentimos dirigido, y cuando seguimos, estamos en el lugar que tenemos que estar. Seguir esta voz interna no siempre es fácil porque suele entrar en conflicto con «lo que queremos», nuestro ego. Poner en perspectiva lo que ambicionamos facilita educar el ego para que éste no se infle desmesuradamente y nos haga seguir un camino lejos de nuestro Ser (del cual si vamos en automático el precio a pagar es altísimo).

El hormigueo de la confusión nos saca de una modorra estéril que puede sentirse cómoda hasta que se convierte en cárcel mental. Cuando estamos dentro de esa esfera estancada nuestra creatividad para desarrollar la vida no aparece al ser convocada porque el instinto requiere cierta atención para respondernos.

Cuando hay confusión no te quedes en las sensaciones desagradables, éstas son solamente un aviso de que tienes que moverte. Pregúntate, ¿Qué me están pidiendo mis sentidos? ¿Qué quiere decir este síntoma? ¿Cual es la razón de tanta intranquilidad?

Por supuesto que no todo lo que nos ocurre tiene un sólo origen más bien es multifactorial. Es pertinente prestar atención a todas las áreas de la vida: a la fisiológica, a la mental, a la espiritual, a la senso-perceptiva y a la emocional. Todo nos da información sobre cómo estamos y a dónde necesitamos dirigirnos. La confusión es cómo el inicio de una tormenta. Te hace preguntarte si tienes que moverte de donde estás y si has de tomar algún recaudo.

Traspasar el miedo que llega con la confusión es el primer paso para entender qué viene a decirnos.

Depender y el coste que tiene

La palabra dependencia tiene su origen etimológico en la palabra Latin: dependêre que significa: colgar, pender. Hay una cierta creencia en la cual se tiende a pensar que las personas que penden de otra persona o de otra cosa está más cómoda o invierte poca energía. Vamos a preguntarnos por esta creencia porque a mi me sugiere algo distinto. Si utilizamos la metáfora de «estar colgado de algo» requiere en sí misma una inversión de energía, es decir: hay un coste implícito. Además cuando «se está colgado» hay una cierta sensación de peligro puesto que de lo que estamos colgando hay algunas cuestiones que no podemos siempre resolver: ¿Nos aguantará el peso?, ¿Aguantaremos nosotros este equilibrio necesario para sostener esto? Además hay que tener en cuenta que, en realidad, cuanto más aguantamos sin caernos de donde quiera que estemos colgando cada vez necesitamos más resistencia y nos sentimos más cansados. Así que parecería que la dependencia de lo que sea y a lo que sea nos obliga a una inversión de energía constante y cada vez mayor para el resultado de sobrevivir, que no es vivir, ni expandirse, ni mucho menos disfrutar.

Depender nos quita mucha energía porque es como mendigar. Mendigar amor, atención, motivación. Es energía vital que se pierde en el anhelo puesto en que sea un otro el que nos valide. Se queda nuestra vitalidad estancada en la espera que puede que llegue lo que esperamos en pequeños y miserables fascículos o que no llegue nunca. Porque la validación de nuestro ser nos corresponde a nosotros mismos.

Es como si pudiéramos identificar un aspecto en nosotros que es nutricio (nuestra capacidad de auto-maternaje)y otro aspecto que necesita esa nutrición (nuestro yo) Nuestra parte nutricia está mirando hacia fuera en espera de que llegue lo que solamente ella puede darnos. Al estar en esa espera infinita se va conformando cada vez con menos, lo que sea que otros dejen en la ventana de vez en cuando, y dejamos de preguntarnos qué necesitamos.

Si toda esa energía que invertimos en depender que ese algo nos sostenga la acompañamos hacia lo que sea que para nosotros sea importante, estaríamos en el sendero de la autoestima. De reconocernos a nosotros mismos desde la aceptación y el amor. Mirar nuestra individual originalidad y poder abastecernos desde nuestro deseo, esfuerzo y criterio personal. Con inspiración en el afuera y en el adentro, tan diferente a la dependencia.

Depender va apagando nuestras posibilidades, nos aglutina de sombra y somos cada vez menos capaces de encontrar cualquier luz, ahí entramos entonces en la zona de supervivencia. Como cuando nos quedamos atrapados en un espacio cerrado y oscuro del cual no podemos movernos y si lo hacemos, con miedo y mucho cortisol porque nos está completamente vedado qué será de nosotros en el siguiente centímetro que pretendamos explorar. La dependencia es un ladrón de posibilidades de la cosecha que hubiera dado sus frutos si tan solo hubiésemos escuchado nuestra melodía interior.

Salir de la dependencia requiere devolver la energía al canal correcto. Para ello algunos necesitarán parar a descansar un tiempo para poder recién preguntarse luego hacia dónde necesitan dirigirse. Para otros pasará por dejar de escuchar un miedo disfuncional que sólo paraliza; asir la pala y ponerse a trabajar. Para otros, el trabajo será primero salir de un lugar que les asfixia y les nubla la voluntad (como pasa en los ambientes tóxicos) y buscar así mas no sea algún vestigio de naturaleza para respirar.

Es importante no olvidar que tienes la energía que necesitas para ser autónoma. Es la misma que simplemente has puesto en otro lugar y necesita transformación. La gran sorpresa es que muchas veces, vamos a necesitar aún menos energía vital cuando estamos en el lugar correcto. Todos somos alquimistas capaces de reconducir nuestra energía vital.

¿Cómo te puedo ayudar?

Como psicóloga, mi objetivo es acompañarte en tu camino hacia el autoconocimiento y el bienestar emocional. Entiendo que cada persona es única y que, al buscar apoyo, es fundamental encontrar el enfoque terapéutico que mejor se adapte a sus necesidades y circunstancias.

Hoy te comparto una tabla que resume las principales características y beneficios de cuatro enfoques terapéuticos en los cuáles me he formado (además de la psicología clínica pura y durra): la terapia sistémica, la dramaterapia, la terapia humanista y la terapia de psicología analítica profunda. Cada uno de estos enfoques ofrece herramientas valiosas para explorar nuestras emociones, mejorar nuestras relaciones y fomentar nuestro crecimiento personal.

Espero que esta información te ayude a comprender mejor cómo cada tipo de terapia puede contribuir a su proceso de sanación y desarrollo. Recuerda que estoy aquí para responder cualquier pregunta o inquietud que puedas tener sobre estos enfoques. Juntas podemos encontrar el camino que mejor se ajuste a tus necesidades.

¡Comencemos!

Enfoque TerapéuticoCaracterísticasBeneficios
Terapia Sistémica– Se centra en las relaciones y dinámicas familiares o grupales.– Mejora la comunicación y comprensión entre los miembros del sistema.
– Analiza patrones de comportamiento dentro del contexto familiar.– Ayuda a identificar y cambiar patrones disfuncionales.
– Utiliza técnicas como la genograma para visualizar relaciones.– Fomenta un sentido de pertenencia y apoyo en el grupo o familia.
– Promueve la resolución de conflictos interpersonales.
Dramaterapia– Utiliza el teatro y el juego como herramientas terapéuticas.– Facilita la autoexpresión y la exploración emocional a través de la actuación.
– Permite representar experiencias personales en un entorno seguro.– Ayuda a procesar traumas y emociones difíciles mediante la dramatización.
– Fomenta la creatividad y el juego simbólico.– Promueve la empatía al ver situaciones desde diferentes perspectivas.
– Mejora habilidades sociales y de comunicación a través del trabajo en grupo.
Terapia Humanista– Se centra en el crecimiento personal y la autorrealización del individuo.– Fomenta una mayor autoconciencia y aceptación personal.
– Enfatiza la relación terapéutica como un espacio seguro para explorar emociones.– Promueve el desarrollo de una autoestima saludable y confianza en uno mismo.
– Utiliza técnicas como la escucha activa y la reflexión empática.– Facilita el descubrimiento de valores personales y objetivos significativos en la vida.
– Ayuda a superar bloqueos emocionales y fomentar cambios positivos en la vida cotidiana.
Terapia de Psicología Analítica Profunda– Basada en las teorías de Carl Jung, se enfoca en el inconsciente colectivo y los arquetipos.– Facilita una comprensión más profunda de los conflictos internos y patrones psicológicos.
– Utiliza sueños, mitos y símbolos para explorar el mundo interno del paciente.– Promueve el autoconocimiento a través del análisis de sueños e imágenes simbólicas.
– Se centra en integrar aspectos conscientes e inconscientes de la personalidad.– Ayuda a desarrollar una mayor conexión con el yo auténtico y los aspectos espirituales de la vida.
– Fomenta un sentido de propósito al conectar con arquetipos universales que resuenan con el individuo.

Cada enfoque terapéutico tiene sus propias características únicas que pueden ofrecer diferentes beneficios según las necesidades individuales del paciente. La elección del tipo de terapia dependerá de factores como las preferencias personales, los objetivos terapéuticos específicos, así como las dinámicas familiares o grupales que puedan estar influyendo en tu bienestar emocional.

Ofrezco una primera sesión online gratuita para que podamos conocernos y me expliques el motivo por el cual quieres revisar tu situación actual. De esta manera puedes valorar, sin compromiso y desde la cercanía, si crees que soy la persona adecuada para acompañarte en este momento vital.

¿Quieres contactar conmigo y agendar una primera entrevista gratuita? En el siguiente enlace te explico cómo: Acompañamiento terapéutico

La duda

 La duda

Estar en un estado de duda permanente nos drena la energía vital. No nos deja ocuparnos de nuestro día a día, nos crea un velo espeso que nos hace olvidarnos de nuestras necesidades reales. 

Tomar decisiones de todo tipo por supuesto que puede ser un reto, pero darle mil vueltas una y otra vez no va a hacer que la decisión sea mejor necesariamente, en realidad, muchas veces ocurre lo contrario. Uno termina tomando la decisión para “sacarse el peso de encima” y toma una decisión impulsiva sin tener en cuenta todo ese compendio de tiempo que pasó valorando pros y contras. Y ahí está la trampa: porque cuando estamos valorando los pros y contras estamos solamente tomando en cuenta la dimensión racional. Es decir, nuestra capacidad de juicio basado en experiencias anteriores de sentimientos y pensamientos que tenemos en referencia al tema en concreto. Pero nos olvidamos de otra dimensión fundamental que es la irracional, es decir la sensopercepción y la intuición. ¿Qué nos dice el cuerpo y el alma en referencia a esa decisión? Muchas veces hablan, desde el principio, alto y claro pero nos negamos a escucharlas porque no encontramos eco con nuestra parte racional para justificar ese “sentir” sensoperceptivo y/o intuitivo. 

En general, dentro nuestro sabemos lo que necesitamos y lo que no necesitamos. La duda aparece cuando la racionalidad no sabe qué hacer con esta información y buscamos subterfugios que nos amparen en la tormenta emocional. 

Es verdad que hay que ir practicando esto de escuchar la parte irracional de uno para no confundirse.

Por ejemplo, a veces se puede confundir con facilidad un estado agitado de excitación (típico del deseo hacia algo) con alegría o bienestar. Me explico: que algo mueva mi deseo no necesariamente quiere decir que sí lo obtengo me vaya a proporcionar bienestar, a veces es justo lo contrario o a veces, no sucede absolutamente nada y las expectativas caen en un vacío que cuesta gestionar. 

En general cuando tenemos una información clara de lo que necesitamos nos produce paz interna, sensación de expansión, como cuando amanece y la luz va cobrando territorio para desvelar lo que sí hay. 

Si lo que siento es agitación y prisa lo que ocurre es que estoy siendo invadida por un impulso. Espera a que pase, haz otra cosa que no tenga que ver con darle vueltas a algo y es probable que si te estás ocupando sanamente de ti puedas escuchar lo que necesitas hacer. 

Se trata más de lo que necesitamos y no de lo que queremos. Cuando necesitar y querer no van de la mano y hacemos caso al querer, esa decisión tendrá poco recorrido en lo que a nuestra “nutrición de autocuidado” se refiere.  No estoy diciendo que no escuches tus deseos, sino que priorices tus necesidades para que cuando éstas estén sanamente satisfechas puedas ir a por tus deseos. 

Un ejercicio interesante que una puede hacer después de examinar la parte más racional de las dudas que tengamos en referencia a una situación en concreto es simplemente hacer un ejercicio de visualización en dónde nos imaginemos esas posibles circunstancias y ver cómo reacciona nuestro cuerpo e intuición. A veces no sabremos la respuesta pero sí veremos la necesidad de trabajar algo antes de tomar esa decisión. Por ejemplo si nuestro cuerpo reacciona con miedo, podemos preguntarnos: ¿A qué tengo miedo?, ¿El miedo que tengo es funcional o disfuncional?, ¿Puedo hacer algo para acercarme a esta situación con menos miedo o con más herramientas? 

Poner en perspectiva el impacto de la decisión también es otra manera saludable de afrontar la duda. Muchas veces se hace una montaña de ansiedad y preocupación porque tenemos la perspectiva polarizada, esto es que sentimos/pensamos que la respuesta a nuestra duda es “blanco o negro”. Muchas veces hay opciones alternativas dentro de los grises que no nos planteamos. A veces es verdad que tengo que ir al otro polo (momentáneamente) para compensar el desequilibrio, pero el equilibrio está en algún lugar entre esos dos polos, en la integración de los opuestos. Muchas de las decisiones pueden vivirse como totales o finales, es decir, de manera dramática y la realidad nos ejemplifica que no suele ser así. Tenemos derecho a ir tomando decisiones parciales, temporales, para ver si hacemos pie en ellas o si necesitamos retroceder un poco o avanzar dependiendo de como se encuentre la marea. La vida es una danza constante, nos encantaría encontrar ese lugar de quietud segura donde todo funcione para siempre jamás pero simplemente, no funciona así. 

Explorando el Dolor: Un Viaje a Través de la Etimología y el Duelo 

Hoy quiero invitarles a reflexionar sobre dos palabras que todos conocemos: dolor y duelo. Pero, ¿alguna vez te has detenido a pensar en su origen y lo que realmente significa en nuestras vidas?

La palabra «dolor» proviene del latín dolor, que significa «sufrimiento» o «tristeza». Esta raíz nos recuerda que el dolor no es solo una sensación física; es una experiencia profundamente emocional que puede surgir en momentos de pérdida, desamor o cambio.

La raíz «delh-» invita a pensar en una penetración profunda, una sensación que se clava en nosotros y nos afecta en lo más íntimo. 

Es una sensación de la que, en general decidimos huir o nos cuesta mucho atravesar pero que puedes ser de gran importancia como parte de nuestro crecimiento individual y emocional. 

La palabra «duelo» proviene del latín dolium, que significa «recipiente» o «vasija», pero también está relacionada con dolor en el sentido de sufrimiento. Sin embargo, en este contexto, se deriva del término duellum, que se refiere a un combate o lucha. 

El Proceso de Duelo 

Cuando enfrentamos la pérdida de alguien querido, el dolor se convierte en una parte inevitable de nuestro viaje. Es un recordatorio de cuanto amamos y valoramos esa conexión. Sin embargo, es crucial entender que este dolor tiene un propósito. Nos permite procesar nuestras emociones, honrar nuestros recuerdos e integrar esta nueva realidad.

Aquí hay algunas reflexiones sobre cómo podemos navegar por este proceso:

  1. Permítete sentir: No evites el dolor. Permítete sentir cada emoción que surja. Llorar no es un signo de debilidad; es una expresión de amor y pérdida.
  2. Quizás te sirva compartir con otros: Hablar con amigas o familiares que han pasado por experiencias similares puede ser reconfortante. 
  3. Honra tus recuerdos: Crea rituales o actividades que te ayuden a recordar a esa persona. Puede ser encender una vela, escribir cartas o simplemente compartir anécdotas. 
  4. Busca apoyo profesional si lo necesitas: Habitar un espacio seguro puede, sin juicios y con la premisa de priorizarte colabora en tu proceso de integrar tus vivencias.
  5. Recuerda que el dolor también transforma: Aunque el camino del duelo puede ser complejo, también puede llevarte a un lugar de crecimiento personal y resiliencia.

Reflexión Final 

Solemos tener la creencia de que entrar en esta etapa de duelo y permitirnos sentir lo que allí ocurre nos convierte instantáneamente en “flojos, cobardes, sensibleros, tontos, etc.” 

Nos permitimos mucho más la expresión de las emociones positivas que las negativas, y esto puede convertirse en un problema porque todas las emociones y la expresión de las mismas son necesarias para mantenernos en equilibrio. 

Cada expresión de nuestras emociones y lo que allí se aloja tiene una función que da sentido al proceso que está ocurriendo. Reprimir nuestras emociones retrasa el hecho de darle sentido y lo condena a expresarse de manera desajustada 

El dolor es una parte intrínseca de nuestra experiencia humana, habitar este proceso como los otros que la vida nos propone son lo que nos hace ser quiénes somos. Somos retazos de historias, de experiencias y también de nuestras pérdidas.

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Equilibrar la energía vital

En nuestro día a día hacemos muchas cosas, en ocasiones muchas más que las que nuestra energía vital puede sostener en el tiempo. Por eso es interesante que nos podamos plantear de qué manera podemos equilibrar la misma.

Primero vamos a preguntarnos qué hace que nuestra energía vital se vaya fugando:

  • Tener listas de «tengo que»…aunque puede ayudarnos a organizarnos si estas listas no las percibimos de una manera flexible se convierten en obligaciones urgentes y nos provocan estrés.
  • Quedarse enganchadas en rumiaciones y bucles mentales: Ser conscientes de que aquello a lo cual le prestamos atención va a tener un impacto en nosotras, el mismo puede verse reflejado en síntomas, hipervigilancia, estrés, ansiedad, melancolía, miedos, etc. Cierto es que no podemos impedir que entren pensamientos negativos, pero igual de cierto es que puedes gestionarlos. Aprender técnicas de relajación y hacerse con la práctica de atención plena puede ayudarte en este sentido.
  • Estar con personas que nos dejan agotadas: Es posible que hayas tenido la experiencia de haber compartido con alguien un rato y haber terminado completamente agotada, esto puede deberse a que esta persona promueva en ti sentimientos o sensaciones que no sepas gestionar y eso haga que la energía vital se desvanezca. Conocernos de manera tal que podamos percibir cómo se está perdiendo esa energía vital nos ayudará a tomar medidas antes de que se agote. Hay personas que notan malestar en alguna parte del cuerpo, dolor de cabeza, tensión en el cuello, molestias estomacales, ansiedad oral, inquietud,etc.
  • No escucharnos: personalmente creo que ésta es una de las razones por las cuales perdemos más energía vital. En general, si estanos atentas nuestro cuerpo, a través de la sensopercepción y nuestra mente a través de las emociones nos avisan de lo que necesitamos a tiempo real. Lo que ocurre es que estamos gestionando tantos imputs a la vez que no prestamos la debida atención. Es imprescindible que vayamos haciendo varios parones al día y nos preguntemos: ¿Qué necesito?, si nos lo damos recuperamos energía vital, si no la perdemos.

Estar conectada con nuestros límites y necesidades nos ayuda a delimitar lo que vamos necesitando. Quedarse agotadas de energía vital tiene muchas consecuencias porque no es fácil de recuperar, requiere tiempo y paciencia: dos variables que en este bio-ritmo frenético en el cual vivimos nos puede ser un reto gestionar.

Fin y comienzos de ciclos

Darse cuenta de que acaba un ciclo y comienza otro puede ser estresante. Esto se debe a que hay que sobrellevar un cambio, y con él la incertidumbre de abandonar lo conocido.

Cuando estamos en la búsqueda de nuestro propio camino hacer un parón para reflexionar no es una pérdida de tiempo, es una posibilidad de revisar nuestra energía vital. Es necesario que en las transiciones podamos descansar y elegir con cuidado dónde invertimos nuestra mana.

Contemplar el camino recorrido, saborear las venturas y desventuras del mismo para aprender lo que ese recorrido tenía para nosotros. Recuperarnos de las emociones sentidas, hacer equilibrio en nuestro centro para que cuando decidamos volver a caminar, estemos en paz con el camino elegido.

Empezar y terminar ciclos a veces es un acto consciente y a veces forzado. Ahora bien, cuando no queremos aceptar el cambio por miedo, desilusión, desajuste de expectativas, agotamiento, y otras razones más que válidas lo que ocurre es que nos drenamos de energía. Entrar en conflicto con lo que ya es y nos negamos a aceptar sólo nos agotará más. ¿Qué tal si te das la oportunidad de simplemente parar, hacerte eco de tu alrededor con una perspectiva más amplia y, así vislumbrar otras posibilidades igual de interesantes?

Estar en guerra con otros, con nosotros mismos, con nuestro destino potencial, con nuestra realidad actual nos hace estar a la defensiva. Y cuando estamos en este estado de hipervigilancia sólo podemos defendernos y atacar. Se nos activa de manera inconsciente el miedo, la desconfianza, la falta de ecuanimidad que necesitamos para leer el contexto externo e interno.

Date un tiempo de escucha, de bajar el conflicto cuando no es necesario, de descansar y darte tiempo a conectar con actividades que te ayuden a sentir placer o paz. Escribe, pinta, baila, canta, pasea, viaja, lee, cuenta historias, comparte con otros, abraza, besa, activa tu sensopercepción e intuición para ayudarte a sentir.

Fin de ciclos y comienzo de otros. Es el ciclo de la naturaleza de la que somos parte. Todo muere y vuelve a nacer. Todo se termina y empieza en un ciclo infinito que va más allá de nuestra comprensión. No es ni bueno ni malo. Simplemente es.

La Rabia

Nuestras emociones a veces pueden suponer un reto en cuanto necesitamos gestionarlas. Una que nos trae más dolores de cabeza por la energía que conlleva es la rabia.

Hoy vamos a intentar introducirla para así entender lo que necesitamos.

¿Qué me pide esta emoción?. Desahogarme

Cuando siento rabia, he generado una gran cantidad de energía y lo que necesito es redirigirla productivamente o desahogarla. 

Para redirigirla puedo utilizar el deporte, utilizar el arte y crear o estar en la naturaleza para ayudar a mi cuerpo a equilibrarse.


¿Qué puedo hacer de manera sana para afrontar esta emoción?


-Puedes pedir que paren de hacer lo que te causa dolor

-Puedes alejarte y protegerte de los que te hacen daño si no paran 

-Puedes llorar para descargar la tensión

-Agredir simbólicamente en forma que no hagamos daño a nadie ni a nosotros mismos (Por ejemplo: Utilizar un cojín)

-Hacer por curar el dolor (buscando la ayuda especializada disponible)

La Fantasía: una mirada dicotómica

Fantasía, esa capacidad que tenemos de imaginar distintas posibilidades. De crear otros mundos que puedan parecerse a lo que pensamos o sentimos se asemeja más a las necesidades individuales actuales. La fantasía, que puede ser un canal de escape, de huida de la realidad y hasta de refugio. Gracias a esta capacidad imaginativa vamos desarrollando el pensamiento y vamos trazando objetivos en los cuales vayamos accionando desde la experiencia. Es un primer paso a muchas realidades y es una práctica mental que nos puede aportar calma, alegría y paz.

Cuando nos cuesta imaginar, parece que estamos sumidos en los quehaceres cotidianos, cada uno con los suyos, y pensarnos fuera de ellos deviene cierto malestar. Esto puede ser debido a que no estamos a gusto en estos quehaceres y el hecho de imaginarme otra realidad posible en ocasiones más que un desahogo puede generar tensión y hasta dolor. Así que la imaginación nos sirve de baremos también de nuestro estado anímico en función a lo que os provoque esa experiencia.

En el otro extremo cuando damos a la imaginación un espacio tan grande que pierda perspectiva con la realidad nos podemos encontrar en peligro. La fantasía nos hace estar adormilados a nuestra intuición porque no la necesitamos en un mundo imaginario. Y la intuición en la realidad es uno de nuestros más preciados recursos ya que nos advierte de las direcciones que hemos de tomar.

El equilibrio entre la fantasía y la realidad para una salud mental en plena forma es lo que necesitamos practicar. La fantasía la podemos poner en práctica con. las artes, la meditación, leer, escribir, artes escénicas, cocinar y aquello que te apasiona hacer se verá enriquecido si lo aderezas con fantasía.

A la realidad tenemos que ir aprendiendo a gestionarla, sabiendo cuáles son aquellos recursos que nos hace falta obtener, afinar y descubrir. ¿Cómo gestionamos la realidad? Pues las mismas actividades que usamos con la fantasía nos pueden ayudar para gestionar emociones complicadas además de la terapia, el contacto con la naturaleza y estar rodeada de personas que alimenten mi energía.

Cada pequeño paso cuenta en el proceso de equilibrarse. Cada caminante encuentra sus propias maneras y ritmos al viajar. Ese es el trabajo del camino, aprender a caminar.