¿Cómo sostener el confinamiento?

En estos días hemos de prepararnos psicológicamente para pasar unas semanas de confinamiento social. No es una tarea fácil ya que lo normal es que los primeros días vayan bien y el ánimo pueda ir desmejorando con el paso del tiempo. 

Vamos a establecer algunas estrategias que te sirvan para puedas vivir lo mejor posible en esta situación. 

Es fundamental tener un programa de actividades que nos aporten rutina y estructura. 

Aquí tenéis un ejemplo

HorarioActividad
8-9hsLevantarse y ducharse
9-9:30hsDesayunar
9:30 a 11hsEstudiar, leer, escribir 
11 a 11:15hsComer algo
11 a 12hs Hacer ejercicio, yoga, meditación, estiramientos…
12 a 12:30hsdescanso
12:30 a 13:30hs Cocinar, comer
13:30hs a 14:30hs Descanso (digestión)
14:30 a 17hsEstudiar, leer, escribir
17hsMerienda
18hsAlguna actividad de ocio (mirar Tv, jugar juego de mesa, llamar a un familiar o amigo, etc.)
19 a 21hs Cocinar y cenar
22-23hsIr a dormir

Por supuesto esto es orientativo, sólo una ayuda para que te ayude a pensar qué cosas podrías hacer con tu tiempo. El llevar un orden en el día a día e ir consiguiendo pequeñas cosas nos ayuda a rebajar niveles de ansiedad. 

Puedes aprovechar para ver tutoriales y aprender recetas nuevas, juegos para hacer con los pequeños y no tan pequeños, comunicarte con las vías que tengas disponibles con tus familiares y amigos. Puedes ordenar espacios de tu casa y hacer de ella un lugar aún más hogareño. Hay muchas cosas que se pueden desarrollar en estos días. El aburrimiento nos puede acercar a la creatividad, lo importante es no sucumbir en el negativismo y la sensación de aislamiento. Si te sientes triste y ansiosa/o pide ayuda, es normal que puedas sentirte así puesto que estamos ante una situación nueva para toda/os.

Hay muchísimas iniciativas que se están realizando para que tengas contenidos accesibles y puedas dejarte llevar, ahora bien, no es recomendable que estés todo el tiempo enfrente a pantallas, sea de televisión u otros dispositivos porque también genera ansiedad.

 Lee, escribe, estudia, conversa, quédate en silencio, escucha música y descansa, pinta, medita, respira conscientemente y toma el sol aunque sea desde tu ventana. Es importante para tu ánimo. Es necesario que comas lo más sano que puedas, el ocio muchas veces nos lleva a comer grasas saturadas y azúcares y esto sólo descompensa nuestro sistema inmune el cual hemos de cuidar más que nunca. Toma frutas y verduras si te es posible y come alimentos con vitamina B para que puedan ayudarte a controlar los nervios. 

Aprovecha para hablar contigo misma/o a través de la escritura o de otras maneras de expresión, también puede ser a partir de personas de tu alrededor o de algún profesional. Lo importante es que puedas dejar salir lo que hay en tu interior para que no crezca en formas negativas como paranoia, tristeza, obsesión, decaimiento, ansiedad, etc. 

Todas estas son estrategias, ideas para que puedas sentir el control de tu vida en esta situación extraordinaria. Recuerda que todas las tormentas pasan, ya saldrá el sol, pronto, mientras dure la tormenta intenta no pelearte con ella sino ver qué tiene para ofrecerte. 

Mucha calma y amor para ti y los tuyos. 

Encontrar lo que nos gusta

Estar en equilibrio con nosotras mismas requiere de un cierto mantenimiento. Algo muy importante es encontrar lo que nos gusta . ¿A qué le dedicamos nuestro tiempo?

“Es que no sé lo que me gusta”…es una frase que escucho con cierta frecuencia. A veces es verdad y a veces no lo es. Creo que dado el poco tiempo que tenemos las mujeres hoy en día desechamos la idea de invertir tiempo en cosas que nos gustan porque estamos mirando el coste/beneficio y pareciera que si algo nos gusta entonces no califica como productivo, por lo tanto es desechado.

Hacemos todos este proceso y no nos damos cuenta que priorizamos entonces todo lo que debemos hacer y desechamos mucho de lo que queremos hacer. Normal es entonces que si nada califica lo suficiente como para ser productivo y placentero a la vez nos quedemos solo con lo productivo. Pues bien, quizá pueda ser una buena idea a corto plazo por un millar de razones pero a largo plazo esa actitud no es sostenible.

Necesitamos descansar, disfrutar y gozar tanto como producir y cumplir con nuestros deberes. Nos hemos olvidado que el disfrute es una parte imprescindible para una cualidad de vida mínima. No somos súper heroínas ni robots sino seres humanos que tienen experiencias que necesitan ser integradas. ¿Crees que con el estrés y productividad de base tienes suficiente para integrarlas? Sino añades un poco de reposo, novedad y goce a esa receta el plato resultante será soso e incluso amargo.

Cuando nuestro cuerpo está relajado o haciendo algo nuevo (por placer) se abre en distintos sentidos. Esta apertura es la que hace que las experiencias se integren mejor. También hace que seamos capaces de liberar nuestra creatividad puesto que nuevos inputs equivalen a nuevas perspectivas posibles. Y ahí tienes otra razón por la cual invertir en goce puede también ser productivo! Pero es una consecuencia, no un fin. Darnos el permiso de disfrutar, recordar que nuestro tiempo es nuestro, que pasa volando y que vale siempre la pena invertirlo en nuestra felicidad.   

Ahora bien, ¿Qué pasa cuando es verdad que una mujer no sabe lo que le gusta?….Pues que averiguarlo conlleva que invirtamos un tiempo para probar. Y no, ese tiempo no se traduce en productividad. Pero se traduce en una conexión con nosotras mismas, se traduce en abrir nuestra escucha al interior de nuestro ser y eso siempre, a la corta y a la larga es beneficioso. Si no tienes ni idea de por dónde empezar te sugiero algunos posibles puntos de partida:

  • Recuerda lo que te gustaba hacer de pequeña….date una oportunidad para volver a probarlo, recuerda, no te lleves el baremo del juicio sino el del disfrute.
  • Prueba algo que te de curiosidad. Es aconsejable que cuando pruebas algo sin estar segura si te va a gustar elijas aquellas opciones que no impliquen mucho tiempo de compromiso.
  • Ten en cuenta en qué momento vital te encuentras. Es decir, si te apetece estar con otras personas o prefieres una actividad para llevar a cabo sola. No vale la pena ir en contra de lo que necesitas, respétate, es el primer paso para encontrar actividades saludables en las cuáles invertir tu tiempo.
  • No tengas miedo de probar muchas cosas distintas. Es más que normal que tengamos que saltar de una actividad a otra antes de encontrar aquello que nos hace vibrar, que nos hace estar en “estado de fluidez” como dice Mihaly Csikszentmihalyi  en su libro “Flow”.
  • Ten cuidado de que tus prejuicios te impidan probar actividades. Hay veces que si encasillamos una actividad dentro de una profesión creamos que no vale la pena ni probarla puesto que nunca nos vamos a dedicar a ello. ¿Quién dijo que las actividades tienen una sola finalidad?

Como ves hay varias maneras de acercarte a hacer cosas hermosas con tu preciado tiempo. Tu cuerpo, mente y alma te lo agradecerán.

La productividad: cuando nos olvidamos de nosotras por cumplir nuestros objetivos.

Apenas abres los ojos empiezas a pensar todas las cosas que tienes que hacer hoy, quizá hasta pienses en actividades que has de desarrollar durante toda la semana. Piensas en todo lo que tienes que hacer y antes de salir de la cama, ya tu corazón late a mil y estás generando estrés en tu cuerpo!

Antes de ir al baño, de tomarte un desayuno, de saludar a tu día y darle la bienvenida estás pensado en lo que tienes que hacer.

 ¿Por qué nos cuesta tan poco centrarnos en lo externo y tanto en nosotras?

 ¿Por qué pensamos que todas las cosas que tenemos que hacer son más importantes que nuestro descanso, nuestra alimentación, nuestras compañías y mantener bajo nuestro estrés?

Ponernos en último lugar no es un sitio saludable en el cual vivir. Primero porque si nosotras no nos priorizamos nadie lo hará por nosotras, así que nada más empezar es una cuestión de supervivencia de nuestra salud: física y mental.

Segundo, porque “estar a tope” todo el tiempo no es viable como estrategia a largo plazo. Se habla mucho del estrés pero aún no somos del todo conscientes de lo importante que es no sentirse agobiada la mayor parte del día. Estar pensando en el futuro genera ansiedad, necesidad de controlar e intranquilidad. Una cosa es planificar y otra rumiar. Si dedicas parte de tu tiempo a planificarte, a decidir y valorar cuál es la cantidad de tiempo y energía que tienes para dedicarle a algo en concreto será mucho más fácil que llegues a tus objetivos, en pequeños pasos y sin agobio. En cambio, si lo que haces es rumiar, permitir que tus pensamientos vayan por caminos de suposiciones de las cuáles no tienes ninguna prueba de que es probable que eso o aquello pase te sentirás cansada, frustrada y estresada sin haber siquiera comenzado con la actividad.

No nos han enseñado lo suficiente a disfrutar. Nos han dicho que hay que conseguir cosas, muchas cosas y en plazos irrisorios de tiempo. Nos han dicho que todos a nuestro alrededor tienen que estar contentos y que esa es nuestra tarea (a pesar de nosotras). Nos han dado deberes y nos han informado muy poco de nuestros derechos. Y nosotras en el afán de ser independientes, de ser mujeres contemporáneas (cumpliendo una cantidad de roles que desbordaría a cualquiera), de ser buenas en todo lo que hacemos nos hemos olvidado de disfrutar. A veces nos lo permitimos y en muchos casos justo después llega la culpa. “Cómo puede ser que esté descansando, riendo, charlando, nadando, comiendo….con todo lo que tengo que ser! Qué irresponsable soy!” Y vuelta a la rueda.

Pues déjame decirte que el disfrute es imprescindible para ser. Y por lo tanto para hacer. Tienes derecho a disfrutar de lo que haces y de lo que no haces. Tienes derecho a parar, respirar, tomarte el día, o lo que sea que tu intuición te susurre.

Aprender a estar en el presente es la mejor manera de ser productivas en la actividad que estemos desarrollando. Estar en el presente significa que le estamos dedicando nuestra energía, nuestra atención, nuestra intención a algo concreto. Estar enfocadas en ese algo nos permite accionar y el accionar es una implicación física y mental que nos acerca a nuestros objetivos de una manera clara.

Disfrutar de lo que hacemos además nos ayuda a ser más productivas. A conseguir mejores resultados. A identificar con mayor asiduidad si eso que haces es lo que quieres hacer. Y sí, hay veces que hay que hacer. Pero: A VECES, no siempre, no todo el tiempo, no por defecto. Parar, planificar, decidir si eso es lo que quieres hacer o esa es la manera en que lo quieres hacer son reflexiones necesarias. Son reflexiones que para estar en nuestro centro tenemos que hacerlas cada semana. No vale la pena llenar nuestra agenda de actividades si más de la mitad no contendrán ningún disfrute. Si ocupamos mayoritariamente nuestro tiempo en acciones que no nos proveen de amor a nosotras mismas nuestra autoestima se resiente, nuestra intuición se resiente, nuestros anhelos se resienten. Y en resentimiento no nos desarrollamos, sólo rumiamos.

Date la oportunidad de producir para ti, por ti. Cambia el enfoque y empieza a dar pasos en dirección correcta. En la dirección que en el fondo, sabes que es la mejor para ti.

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Autonomía: Libertad para asumir nuestros propios riesgos

Muchas de nosotras tenemos ideas, proyectos, colaboraciones…A las cuáles definimos muchas veces por el alcance monetario y productivo en lo que se traduce. Muchas buenas ideas se quedan en el camino porque en el primer filtro no cumple con nuestras expectativas o no se materializa tal y como lo habíamos imaginado. Y es que queremos que nuestros sueños se materialicen en tiempo récord y con altos beneficios. Es un sueño bonito. Lo que pasa es que nos falta una parte importante e imprescindible: el permiso a validar mis ideas y el esfuerzo que corresponde para que se conviertan en acción.

Muchas veces en el proceso no tenemos en cuenta que no somos robots, en un proyecto hay muchas posibles complicaciones a las cuáles tenemos que predefinir y darles un espacio para poder solventarlas sin que tenga que ser a la fuerza a contra reloj. Cualquier contratiempo que nos encontramos nos pone de mal humor y nos llena de frustración. ¿Por qué? Porque no hemos tenido en cuenta la parte realista; la parte donde hay más cosas a resolver de las que habíamos tomado en cuenta.

 ¿Qué podemos hacer? Además de buscar las soluciones oportunas conviene que aprendamos a tomarnos los retos como parte del camino y tener una actitud ecuánime, proactiva que nos ayude a plantear con creatividad el problema en aras de resolverlo sin que necesariamente suponga un alto nivel de estrés y sensaciones negativas.

La clave está en cómo nos tomamos las cosas y la confianza que tenemos a nuestras ideas. Ese es otro tema importante: validar y valorar nuestras ideas. Si nuestras opiniones cambian con el viento, con la inferencia de las opiniones ajenas, cuando comparamos con proyectos ajenos…tenemos que dejar de tener como referencia las ideas de los otros.

Dale una oportunidad real a tu proyecto o  idea, con esto quiero decir que no te boicotees. Haz un plan realista, toma en cuenta las posibles complicaciones que hallarás en el camino y reserva tiempo para ellas, reserva otro tiempo extra para complicaciones que no te imaginas, es mejor que te sobre tiempo y no que tengas la sensación de que los imprevistos se han comido la mitad de tu planning.

Asume el riesgo, el riesgo de que no a todo el mundo le va a gustar, interesar lo que haces, hay muchas personas que te va a juzgar. Hazlo igual. Atrévete a ser quién eres y hacer lo que quieres hacer. Asume los riesgos que vienen con tus ideas porque son ellos los que te van a enseñar tus fortalezas, el desarrollo de la paciencia, la creatividad para resolver situaciones. Los riesgos son grandes maestros si nos lo tomamos con  calma y serenidad.

 A veces es sólo aceptar el riesgo del “qué dirán” que si lo piensas bien está implícito en casi todo lo que hacemos, lo que pasa que si es idea de otro entonces nuestro ego no está en juego, en cambio cuando somos autores de la idea, nos da miedo que otros no lo validen. Si estás esperando validación del 100% de las personas no conseguirás nunca comenzar a darle vida a tus ideas. Eso no va a pasar. Tienes que darle valor a lo que piensas por ti misma, desarrollar un criterio propio, que esté en equilibrio entre los polos de: lo que quieres hacer y que sea funcional con tu vida.

Date la oportunidad de materializar eso que quieres hacer. Si esa idea vuelve a ti con asiduidad, si sueñas con ella, si cuando la recuerdas sientes calma y paz (además de miedo) entonces vale la pena que trabajes para que cómo le puedes dar vida. A veces necesitas ayuda, alguien que pueda acompañarte a sobrellevar las subidas y las geografías más difíciles con las que te puedes encontrar, o alguien que haya pasado por lo que tú y esté dispuesta a darte consejos y apoyo. Pero recuerda que es tu propio criterio el que se ha de desarrollar y echar raíces sólidas para que no salga volando a la primer tormenta.

Correr riesgos es parte de la vida, ¿cuántas veces corremos riesgos por cuenta ajena que ni siquiera nos planteamos? ¿Por qué es más fácil asumir riesgos de otros que no los nuestros? Porque hemos sido más educadas para acompañar y desarrollar tareas para los demás que nuestras propias ilusiones. Hay tiempo y un largo camino por recorrer, ¿empezamos?

Procesar emocionalmente nuestras experiencias

La manera en la cual somos capaces de procesar emocionalmente nuestras experiencias es fundamental. Vivir una experiencia no es lo mismo que procesarla emocionalmente. Después de una experiencia, tanto positiva como negativa, que ha significado más que otras vivencias cotidianas necesita pues, un trato privilegiado.

Una opción bastante común es querer esconder la emoción, hacer como que no ha pasado nada o que hemos salido inertes de tal circunstancia…Cuando estamos procesando una vivencia con sus emociones éstas nos interpelan con preguntas y éstas últimas nos dan la posibilidad de que nuestra experiencia sea fuente de aprendizaje. Poder procesar las emociones nos demuestra la compleja maraña de sensaciones que una sola experiencia nos puede traer y pensar que podemos pasar página sin más reflexión se vuelve una estrategia un tanto irrealista.

Ordenar nuestros sentires, permitirnos saber cómo nos afectan las experiencias a nivel emocional, psicológico y fisiológico es una información no solo relevante sino necesaria para ir surtiéndonos de un autoconocimiento que, sin duda, nos resultará útil en situaciones venideras.

Cierto es que la actitud juega un papel importante. No es lo mismo enfrentarse a las vicisitudes con una actitud positiva, proactiva y flexible a aceptar opiniones que una actitud negativa, derrotista y rígida para con uno mismo. Ahora bien, como sabemos en general, estar todo el tiempo en un polo nos impide ver la profundidad y complejidad de la realidad que transcurre alejada de radicalidades. Con esto me refiero a que hay personas que tienen una actitud positiva, tanto que no se permiten emociones negativas. No se permiten sentirse tristes, pedir ayuda, decir «con esto no puedo/quiero» y otras afirmaciones del estilo. Hay otras personas que con su actitud negativa no pueden encontrar nunca las soluciones puesto que sólo tienen un punto de vista muy cerrado y casi siempre se colocan en un lugar de desventaja (de ahí esa actitud negativa).

Entonces, ¿Cómo hacemos para procesar emocionalmente nuestras experiencias?

Necesitamos darnos el permiso primero para sentir lo que sea que estemos sintiendo, sin que opere el juicio, o si opera no hacerle caso puesto que esto nos limita la experiencia. Una vez nos hemos permitido sentir, podemos hacernos preguntas como:

  • ¿De qué manera siento que esta experiencia me abre una perspectiva?
  • ¿Estoy tendiendo a mirar sólo una clase de información (positiva o negativa)?
  • Estoy interpretando esta situación con la información obtenida de esta misma situación o estoy trayendo experiencias anteriores que, en realidad, no tienen porqué tener que ver con ésta?
  • ¿Puedo describir con claridad lo que siento? Sino es así, Intento ordenar las emociones e intentar describirlas hasta que me encuentre con un relato claro de lo que siento, pienso, necesito.
  • Si es una experiencia positiva, ¿Soy capaz de utilizar mi criterio para no pasar por alto información relevante que pueda necesitar en el futuro?
  • Si es una experiencia negativa; ¿Cuando analizo la situación lo hago a partir del miedo? Si es así, buscar ayuda para relativizar, buscar nuevas perspectivas, etc.

La lista puede ser más larga, se trata de que veas qué ideas de las arriba expuestas te resuenan y comiences tu proceso personal para encontrar tu especial manera de procesar tus experiencias con responsabilidad, capacidad de fluir y amor por ti mism@.

Es importante poder mantener conversaciones de este tipo, con otros y con nosotros mismos. Si eres extrovertida, posiblemente te ayudará compartir la experiencia con otros, hazlo! Sin olvidar desarrollar tu propio criterio y estilo personal. Si eres introvertida posiblemente prefieras analizar la experiencia por tu cuenta, hazlo! Sin olvidarte que a veces compartir puede ayudarnos a abrir las posibilidades existentes.

Darte la posibilidad de integrar las experiencias por las cuales vas transcurriendo es un regalo que nadie más puede hacer por ti.

Tomar decisiones

Cuando tenemos que tomar decisiones se ponen en juego varios factores que pueden hacer este proceso un poco más complicado. La urgencia también afecta este proceso. No es lo mismo tener tiempo para decidir que disponer de un tiempo limitado.

La manera o el estilo de toma de decisiones también afecta. Hay personas que son impulsivas y lo son también en la toma de decisiones, otras ,en cambio, son de las que le dan vueltas a todo muchas más veces de las necesarias. Como siempre en el equilibrio está la clave.

Entonces ¿qué es importante tener en cuenta para tomar una decisión?

Primero intentar estar en un espacio tranquilo nos permite valorar cuáles son los pros y los contras involucrados en este proceso de toma de decisión. Es decir, abordar la problemática recurriendo al análisis. Como si de una película se tratara vamos a analizar cuáles son los personajes involucrados en esta cuestión, cuáles serían los objetivos que tiene cada uno de estos personajes. Además también vamos a tener en cuenta el tiempo que tengo y el contexto en el cual se produce esta problemática.

Bien, ¿Por qué es importante tener en cuenta los objetivos de todas las partes involucradas? Porque tendemos a ver las situaciones desde nuestro particular punto de vista. Al querer conseguir algo nuestra energía está abocada justamente en eso: en conseguir. Esa manera de focalizar el problema nos deja un poco ciegos de la situación porque no tenemos en cuenta que el otro , o los otros, también necesitan conseguir algo. Con lo cual va a ser más fácil si, desde el principio tenemos claro todos los objetivos: los nuestros y los ajenos. Una vez está claro el mapa de la situación con los objetivos y sus personajes vamos a intentar pensar otras maneras de resolver distintas a la primera que se nos ocurre. Esta práctica es interesante para abrir nuevas perspectivas, para despertar nuestra creatividad, y para tener más conciencia de lo que queremos conseguir.

En ocasiones procuramos tomar una decisión sin estar seguros realmente de lo que queremos y cómo lo queremos. En este sentido la urgencia es una mala amiga, así como la impulsividad. Cuándo tomamos decisiones además del análisis también juega un gran papel nuestra intuición. Es decir que vamos a poner en funcionamiento tanto nuestra parte analítica como nuestra parte intuitiva. Para que ambas aprendan a llevarse bien lo que necesitamos es tomarnos el tiempo que necesitamos. Cada uno de nosotros tenemos un ritmo particular de hacer las cosas. Si eres de procesos lentos respeta tus tiempos porque los resultados serán mejores. Ahora bien, si eres de los que le da mil vueltas a las cosas tampoco ayuda quedarse incrustado en una idea. Si quieres darle vueltas a algo, procura que sea de manera creativa como decía al principio. Si te permites nuevas maneras de abordar una idea estás dentro de un proceso equilibrado, cuando sólo dudas y das vueltas a lo mismo una y otra vez estás generándote estrés, frustración y tu autoestima se ve resentida porque no estás confiando en ti misma dentro del proceso.

¿Qué pasa con la impulsividad? Muchas veces tomamos las decisiones de manera impulsiva para sacarnos el problema de encima, este gesto es una mala estrategia puesto que nos lleva a tener después que resolver situaciones añadidas. Si no es el momento de tomar una decisión: no la tomes. Es mucho mejor postergar (tampoco indefinidamente) que accionar sobre algo sin haber tenido en cuenta las repercusiones que tendrá la decisión.

En resumen:

  1. Elige un lugar tranquilo que te permita hablar contigo misma
  2. Piensa en los objetivos de todas las personas involucradas
  3. Analiza la situación como si fuera una escena de una película (te permite un distanciamiento emocional)
  4. Sé honesta con lo que quieres conseguir y la manera en que quieres hacerlo
  5. Utiliza tu capacidad analítica así como la intuitiva para lograr un equilibrio
  6. Cuidado con dejarte llevar por la impulsividad
  7. Evita quedarte estancada en el mismo pensamiento

Cuando necesites tomar decisiones: escúchate y descubre lo que es mejor para ti.

Hacer nada

Hacer nada, pero nada de nada. ¿Puedes? Estamos tan acelerados durante todo el año que a veces en vacaciones cuesta parar. O bien uno se llena de cosas que hará «cuando no trabaje, cuando esté de vacaciones». Otros optan por buscarse un plan en donde todas las actividades estén programadas, así como cuando éramos chicos e íbamos al colegio y teníamos delimitado el horario del colegio, las extraescolares, si merendábamos en casa de una amiguita o tocaba alguna actividad un poco más libre como ir al parque a jugar.

Lo cierto es que desde edades tan tempranas que estamos muy acostumbrados a seguir horarios. Y eso no es el problema puesto que una rutina, cierta estructura, suele ser interesante sino: la cantidad de horas que estamos ocupados con actividades. Llegamos a casa con escasa energía, si todavía queda algo, y aún quedan cosas por hacer allí. Es extenuante y no nos da la posibilidad de estar con nosotros mismos en silencio, aburrirnos, mirar el techo y escuchar un poco a nuestra manera particular de habitar el mundo.

Hacer nada de nada es una oportunidad para escucharse, parar el motor y dejar de oír el sonido blanco del día a día. Darse la oportunidad de escuchar lo que hay dentro de uno mismo que viene en forma de tararear una canción (de esas que salen arbitrariamente de nuestra cabeza y nos acompañan una parte del día), puede salir en forma de cuento, de una idea que tengo ganas de hacer hace tiempo pero que con todo lo que tengo que hacer durante el día nunca me da tiempo.

Parar a hacer nada nos sirve para múltiples cosas. Primero nos permite saber cómo de agotado está el cuerpo. Si dormimos a pata suelta durante la noche y además nos hacemos una siestita en el sofá, en la tumbona, en la playa o donde pille es que tu cuerpo tenía cansancio acumulado. Dale de comer cosas sanas, sal a caminar, duerme, descansa y verás como poco a poco tu mente y tu cuerpo se van recuperando y van surgiendo nuevas ideas, intenciones, ganas. Convertirlas en acción a un ritmo que se adecue a lo que tu cuerpo y mente puedan sostener es un reto.

Parar a hacer nada también sirve para mirar con una perspectiva distinta. Tanto da si es tu propio salón, un bosque, la ciudad en donde habitas. Cuando vamos recuperando nuestro ritmo interno y realmente estamos con nosotros mismos, es decir: no estoy pensando en lo que acabo de hacer ni en lo que tengo que hacer más tarde sino estoy sumergido en ese exacto momento y escucho, toco, huelo sin problemas mi alrededor. Estar haciendo nada es un excelente punto de partida para mirar situaciones desde otros ángulos, ver nuestra vida con perspectiva. Y lo más importante es agradecer que aquí estamos, haciendo nada, por mucho que eso cueste. ¿Y por qué cuesta tanto? pues porque entra nuestra rencorosa amiga: la culpa.

Con todo lo que tengo que hacer!!! Por favor? ¿Cómo no voy a aprovechar para dar vuelta la casa? Si tengo que quedar con todas esas personas que no me importan pero que dije que vería! ¿Cómo se va a quedar por hacer aquello otro?! Y así.

Podemos ser como una especie de militares , con nosotros mismos y los demás, dando constante trabajo para hacer sin ningún análisis ni estrategia sobre lo que quiero para mí, sobre la energía que tengo en este momento para asumir retos nuevos o antiguos. Hacer nada es una posibilidad para re-valorar decisiones anteriores, darles un giro, preguntarnos qué queremos hacer, que no queremos hacer, si hemos podido con la cantidad de cosas que teníamos programadas el año anterior o si nos hemos excedido y casi nos da un síncope intentando conseguirlo.

Hacer nada puede ser un espacio de honestidad con uno mismo. Entonces: nos conviene. Eso podemos repetirle a nuestra cabeza cuando venga con el cuento de la culpa. Nos conviene no hacer nada. Nos conviene parar y hacer lo que necesitamos hacer por nuestra salud mental y física. Y a partir de ahí tomar mejores decisiones. Si estamos todo el tiempo ocupados, si no podemos dedicarnos ni un momento a parar para nosotros entonces ¿De qué estamos huyendo? Reflexión para otro post.

Dedicarse tiempo

Dedicarse tiempo

Dedicarse tiempo en esta época de multitud de actividades no es tarea fácil. O eso parece puesto que la frase que más se escucha es; «no tengo tiempo para eso». Tenemos habilidad para disponer nuestra agenda de todo tipo de compromisos y actividades pero cuando llega el momento de darnos un respiro, hacer algo que nos gusta o simplemente no hacer nada aparece la frase de «no tengo tiempo».

Y sí que tenemos tiempo, un tiempo determinado, es cierto, para combinarlo con otras cosas, también cierto. Nuestro trabajo está en ordenar y priorizar el tiempo de tal manera que también nuestras necesidades queden cubiertas. Hay toda clase de maneras de dedicarse tiempo a uno mismo. Algunos prefieren caminar, otros nadar, otros sentarse a pensar, leer un libro, bailar, cocinar, tocar un instrumento, escribir, lo importante es que cuando estés inmersa/o en ese momento te sientas relajado, y lo hagas a tu ritmo. Recuperar el ritmo interno es importante y esta actividad que nos da paz y alegría nos ayuda con eso. Tomar consciencia de que somos capaces de hacer muchas cosas distintas al día, cronometrados, con fechas de entregas, horarios rígidos, etc. nos lleva a un estado de estrés (que aunque sea controlado en algunos casos) tiene impacto en nosotros tanto a nivel psicológico como físico. No tener oportunidad de recuperar nuestro ritmo interno nos puede generar cansancio crónico, insomnio, problemas gastrointestinales, dolor de cabeza, entre otros síntomas psicosomáticos. Recuperar nuestra consciencia corporal para escuchar las señales de nuestro cuerpo y dedicarnos el tiempo necesario para recuperarnos es esencial tanto para nuestra salud física como mental.

Hay veces en las cuales una persona está perdida y no sabe identificar cómo puede dedicarse tiempo, qué puede hacer para sentirse bien. Es una excelente oportunidad para explorar cosas nuevas con otros o con nosotros mismos. El no saber puede genera ansiedad mientras no lo aceptamos, una vez logramos aceptarlo es la base oportuna desde donde salir a explorar. Acordarnos qué nos gustaba hacer de pequeños puede darnos pistas. Hacer algo por fin sin la determinación de que sea productivo sino que nos genere placer. Si voy a pintar no es para hacer el mejor cuadro que haya hecho, sino porque me gusta pintar. Cambiar esa manera de enfocar la actividad es lo que marca la diferencia entre que nos genere tensión o satisfacción. Piénsalo. Pasamos muchas horas al día haciendo cosas para que queden bien. ¿Y nosotros estamos bien? ¿Tan importante es el resultado si no estamos disfrutando plenamente el proceso? Nosotros somos la única persona que nos hace compañía desde el primer día hasta el último sin excepción, así que vale la pena cuidarnos y estar primeros en la lista, ¿No crees?

Guarda un ratito al día para ti. Para preguntarte cómo te sientes, qué necesitas. Escucha el cuerpo y dale el descanso necesario, los pensamientos adecuados y tomate el tiempo para hacer eso que te hace sentir mejor. No lo pospongas. Escríbelo en tu agenda y cúmplelo, tal y como haces con todo lo demás. Cómo cualquier hábito a veces puede tardar un poco en implementarse pero después habrás incorporado tiempo para ti cada día que te reportará muchos beneficios, muchos más que si no te dedicaras ese tiempo. De parar un poco y relajarse nuestra mente (tal y como pasa cuando estamos dormidos) se recupera.

Si tienes oportunidad de estar cerca de la naturaleza aprovéchalo, sal del ordenador o de cualquier dispositivo electrónico y escucha el sonido del mar, de los árboles si están en el bosque. No hay nada como la naturaleza para recordarnos que el tempo en el que interactuamos con el entorno no necesariamente es rápido. Hay un momento para cada cosa y no hace falta estar haciendo más de una cosa a la vez. Si no tienes naturaleza cerca cierra los ojos, escucha el sonido de tu respiración, siente tus propios latidos…Es posible parar. Es posible dedicarse un tiempo. Date permiso.