Intuición. No es un acto de magia. Es una capacidad con la que todos nacemos y simplemente difiere en lo consciente que lo hagamos y en el empeño que tengamos en desarrollarla.
Para cada uno funciona de manera distinta, puede ser que nuestro cuerpo nos lo comunique en forma de dolores, molestias, falta de energía cuando la situación/persona sea más bien negativa. Al revés ocurre cuando sentimos energía, nuestro cuerpo está abierto y tenemos capacidad de disfrute.
Si escuchamos el cuerpo nos da muchísima información sobre cómo estamos, qué nos parecen determinadas situaciones/personas, qué es lo mejor para nuestra salud mental y física. El problema es que estamos desconectados o que hay tantísimo ruido que no nos llega la comunicación. Es difícil recibir tantos imputs y procesarlos. Nuestro cerebro se queda con lo que a nivel consciente pensamos (sentimos, creemos) que será más útil para nuestra supervivencia diaria. Ahora bien, si no estamos bajo la presión de tener que tomar decisiones rápidas (y muchas veces sí que es una opción que tenemos aunque no nos lo parezca) podemos procesar esta información de manera más consciente: encontrando el equilibrio entre lo que hay dentro y lo que hay fuera. Podemos conectar con el cuerpo a partir de nuestra respiración, o de caminar sobre arena o agua (despertar el cuerpo con sensaciones distintas a las diarias), escuchando música, meditando, haciendo ejercicio, cerrando los ojos, caminando….Tú mejor que nadie sabe cuál es la manera que te conecta más rápido, y sino conviene ir probando hasta encontrarla! Después conectar con “el afuera” que son las expectativas que nos pesan sobre la situación, las obligaciones, la conciliación…La calma y la honestidad con nosotros mismos son las bases para saber lo que mejor nos conviene.
Escucharnos realmente es poner en práctica nuestra intuición. Darnos la oportunidad de creer, o volver a creer, que nosotros somos los que tenemos las respuestas para lo que necesitamos. Nadie puede hacer el trabajo por nosotros. Nos pueden acompañar, sostener incluso por momentos, pero es nuestro camino, nuestros pasos, nuestras decisiones. A veces nuestra intuición nos comunica de manera un tanto caótica o eso nos parece cuando no le hemos hecho mucho caso en el pasado. Para “ordenar el caos” podemos escribir lo que sentimos o dibujarlo o convertirlo en algo que para nosotros tenga significado. El arte es una excelente manera de convertir nuestro inconsciente y nuestra intuición en símbolos que podamos digerir para después actuar en coherencia.
La intuición es importante porque en ocasiones nos da la información que nuestro consciente no quiere recoger, bien porque da miedo o porque nos indica un camino en el cual toca ser más valiente, más paciente y que incluye un reto adicional. Si no damos tiempo a integrar toda la información con calma podemos tomar decisiones desacertadas y que, a largo plazo, no nos benefician.
En esta contemporaneidad en que a veces nos convertimos en sujetos pasivos que sólo buscamos y recibimos información conviene acordarnos de que tenemos el potencial para descubrir qué es lo mejor para nosotros, con honestidad. ¿Le haces un hueco a tu intuición?
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