Depender y el coste que tiene

La palabra dependencia tiene su origen etimológico en la palabra Latin: dependêre que significa: colgar, pender. Hay una cierta creencia en la cual se tiende a pensar que las personas que penden de otra persona o de otra cosa está más cómoda o invierte poca energía. Vamos a preguntarnos por esta creencia porque a mi me sugiere algo distinto. Si utilizamos la metáfora de «estar colgado de algo» requiere en sí misma una inversión de energía, es decir: hay un coste implícito. Además cuando «se está colgado» hay una cierta sensación de peligro puesto que de lo que estamos colgando hay algunas cuestiones que no podemos siempre resolver: ¿Nos aguantará el peso?, ¿Aguantaremos nosotros este equilibrio necesario para sostener esto? Además hay que tener en cuenta que, en realidad, cuanto más aguantamos sin caernos de donde quiera que estemos colgando cada vez necesitamos más resistencia y nos sentimos más cansados. Así que parecería que la dependencia de lo que sea y a lo que sea nos obliga a una inversión de energía constante y cada vez mayor para el resultado de sobrevivir, que no es vivir, ni expandirse, ni mucho menos disfrutar.

Depender nos quita mucha energía porque es como mendigar. Mendigar amor, atención, motivación. Es energía vital que se pierde en el anhelo puesto en que sea un otro el que nos valide. Se queda nuestra vitalidad estancada en la espera que puede que llegue lo que esperamos en pequeños y miserables fascículos o que no llegue nunca. Porque la validación de nuestro ser nos corresponde a nosotros mismos.

Es como si pudiéramos identificar un aspecto en nosotros que es nutricio (nuestra capacidad de auto-maternaje)y otro aspecto que necesita esa nutrición (nuestro yo) Nuestra parte nutricia está mirando hacia fuera en espera de que llegue lo que solamente ella puede darnos. Al estar en esa espera infinita se va conformando cada vez con menos, lo que sea que otros dejen en la ventana de vez en cuando, y dejamos de preguntarnos qué necesitamos.

Si toda esa energía que invertimos en depender que ese algo nos sostenga la acompañamos hacia lo que sea que para nosotros sea importante, estaríamos en el sendero de la autoestima. De reconocernos a nosotros mismos desde la aceptación y el amor. Mirar nuestra individual originalidad y poder abastecernos desde nuestro deseo, esfuerzo y criterio personal. Con inspiración en el afuera y en el adentro, tan diferente a la dependencia.

Depender va apagando nuestras posibilidades, nos aglutina de sombra y somos cada vez menos capaces de encontrar cualquier luz, ahí entramos entonces en la zona de supervivencia. Como cuando nos quedamos atrapados en un espacio cerrado y oscuro del cual no podemos movernos y si lo hacemos, con miedo y mucho cortisol porque nos está completamente vedado qué será de nosotros en el siguiente centímetro que pretendamos explorar. La dependencia es un ladrón de posibilidades de la cosecha que hubiera dado sus frutos si tan solo hubiésemos escuchado nuestra melodía interior.

Salir de la dependencia requiere devolver la energía al canal correcto. Para ello algunos necesitarán parar a descansar un tiempo para poder recién preguntarse luego hacia dónde necesitan dirigirse. Para otros pasará por dejar de escuchar un miedo disfuncional que sólo paraliza; asir la pala y ponerse a trabajar. Para otros, el trabajo será primero salir de un lugar que les asfixia y les nubla la voluntad (como pasa en los ambientes tóxicos) y buscar así mas no sea algún vestigio de naturaleza para respirar.

Es importante no olvidar que tienes la energía que necesitas para ser autónoma. Es la misma que simplemente has puesto en otro lugar y necesita transformación. La gran sorpresa es que muchas veces, vamos a necesitar aún menos energía vital cuando estamos en el lugar correcto. Todos somos alquimistas capaces de reconducir nuestra energía vital.

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