Elegir escucharse puede encender un conflicto interno. Escucharse requiere mirarse con los ojos bien abiertos, prestar atención a nuestro dolor, deseos, traducir nuestros síntomas en mensajes de aquello que no queríamos (o podíamos) contener.
Elegir escucharse requiere de valentía, porque es adentrarse en lo oscuro, lo profundo, lo verdadero.
Elegir escucharse es volver a ser una niña o un niño, que esta vez, tiene la oportunidad de ser justo consigo misma/o porque la mirada que acompaña es adulta. Si, ya soy adulta.
Elegir escucharse es darse tiempo y aceptar los tiempos que nos recorren, esos tiempos internos que, casi siempre, son mucho más lentos que nuestras expectativas.
Elegir escucharse es un compromiso porque si hubo dilación en la escucha es porque tenemos cosas pendientes, con nosotras mismas sobre todo.
Elegir escucharse es reconocerme. Soy diferente, estoy diferente y necesito, quizás que la vida se nutra de otras maneras.
Elegir escucharse es volver al centro de quienes somos, quienes fuimos y quienes proyectamos ser.
