En épocas en las que nuestra mente y nuestras emociones están agitadas nos puede costar entender lo que necesitamos. Se van acumulando pensamientos, deseos, miedos, listas de pros y contras y cada vuelta que le damos nos encontramos más entrampados.
En medio de tanta alteración tendemos a dramatizar la situación en la cual nos encontramos perdiendo perspectiva y calcificando los ya existentes sesgos de confirmación que teníamos.
Regulando el sistema nervioso
Así que el primer paso es regular nuestro sistema nervioso. Suele ayudar dejar de lado el tema a resolver (en los casos en que se pueda) y centrarse en ayudar a nuestro cuerpo a estar en calma.
Empezar con lo básico: ¿Estoy comiendo, durmiendo, moviéndome lo suficiente? Sé que parece que es el pez que se muerde la cola y que uno puede pensar: “Como voy a cuidarme si tengo esto para resolver”, pero es que es muy importante aprender a cuidar de nosotros mismos porque somos la base de lo que ocurre en nuestra vida. Si la base está desajustada, lo demás seguirá ese patrón.
Pequeñas conductas nos pueden ayudar como poner música relajante o que nos cambie a un estado de ánimo más positivo. Dar un paseo o hacer algún movimiento que nos relaje. Cantar, bailar, pintar, escribir, sacar el exceso de preocupación de alguna manera y transformarlo como acto metafórico nos ayuda muchísimo a ordenar “nuestro adentro”.
Ten en cuenta la manera en la cual te relacionas en tu contexto seguro. Si eres una persona más visual, intenta tener un entorno agradable para ti. Si eres más de aromas regálate alguno que te ayude a estar de mejor humor. Valora tus cinco sentidos y ayúdate a relajarlos desde lo que ya conoces que te hace bien.
Entender lo que necesitamos
Una vez tenemos esto, sentimos un poco menos de agitación y nerviosismo a nivel corporal y podemos centrarnos en nuestra preocupación.
Abordar nuestra preocupación desde una mirada que tenga en cuenta lo que necesitamos.
Dentro de lo que necesitamos, ¿Cuál es la opción que está disponible que me genera mayor paz? quizá no sea la más atractiva, o la que nuestro ego elegiría, pero si sentimos paz es porque sabemos que es la que podremos sostener a largo plazo si es necesario. Aquello que podemos sostener no incendia nuestra sistema nervioso, no nos crea conflicto ni caos interno. Claro que hay a veces que tomar algunas “decisiones puente” porque la situación así lo requiere.Si lo hacemos con una visión de tomar a largo plazo la decisión que necesitamos y con la que nos sentimos en paz podremos sobrellevar el reto de manera más equilibrada.
A veces subestimamos los efectos del estrés. Hay estrés que no se puede evitar, pero hay mucho que sí podemos. La autoexigencia es un constante vertedor de estrés en nuestro cuerpo y mente. Necesitamos aprender a convivir con nosotros mismos sin maltratarnos. Aprendiendo del silencio, la espera, y hacer las cosas de manera consciente. Salir del modo automático del checklist e identificarnos con lo que conseguimos. Nuestra identidad, si se basa en el afuera, nos revela problemas de autoestima. Nunca será suficiente.
Entender lo que necesitamos tiene que ver con conocernos. Si nos extraviamos de nosotros mismos paremos. Escuchemos. El sentido de urgencia muchas veces tiene más que ver con quitarnos la ansiedad de encima que no de los tiempos de la decisión a tomar. Si aprendemos a gestionar nuestra ansiedad, a regular nuestro cuerpo y mente ante los eventos externos e internos tendremos mucha más perspectiva.
A veces sólo necesitamos eso y a veces es sólo la primera estación del viaje. Sea como sea para ti, entender lo que necesitas y cómo lo necesitas es tu mayor fuente de salud mental.
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