Cuando nuestra dimensión sentimental o afectiva se encuentra paralizada por una situación o como mecanismo de defensa nos refugiamos en el pensamiento. Tendemos a racionalizar de una manera que nos permita vivir sin tener que sentir (de manera ilusoria por supuesto), ya que el sentimiento siempre está ahí, aunque reprimido.
En ocasiones tendemos a racionalizar situaciones buscando respuestas lógicas, a ámbitos que pertenecen a las emociones y sentimientos, es posible que nos encontremos con que nos obsesionamos en alguna área de nuestra vida.
Esto “nos permite distraernos” de la función que tiene sentir.
Ahora bien, nos vemos también distraídos de los tiempos más lentos que nos ayudan a la perspectiva y a la reflexión. Los mecanismos de defensa existen para sentirnos seguros y al tener su función está bien poder habitarlos, pero prolongar esa guarida nos aísla del mundo interno y externo cohibiendo nuestro proceso personal.
La cristalización del sentimiento se da cuando podemos racionalizar todas las aristas de una situación. Cuando no dejamos el paso a ninguna sensación contradictoria o compleja y no permitimos la dinámica natural de que estamos vivos, como así también nuestra capacidad de sentirnos en referencia a las situaciones, entornos y personas que nos rodean.
El pensamiento es, muchas veces, esa torre altísima en dónde no se le permite la entrada a nada más y que se aleja de las posibilidades de cambio al tener una mirada altanera. Una cosa es perspectiva y otra pedantería. La primera nos permite expandir la mirada, aprender de lo que no habíamos visto. La segunda nos relega a pensar que esa manera de hacer, sentir, pensar es la única posible y además, la mejor opción. ¿Cómo se puede evolucionar con una actitud en la cual mi mente me dice: “Ya llegué, no hay nada más que pueda aprender, o sólo los demás pueden aprender de mi”
Retorno al sentimiento
La humildad es uno de los caminos de retorno al sentimiento. El saberme vulnerable, sensible y permeable a la vida es lo que me va a dar las alas necesarias para volar.
Los pájaros dependen del viento, de las corrientes de aire, de la climatología y de su instinto para planear sobre los cielos. Nosotros necesitamos entender que lo que sentimos es importante aunque no lo entendamos, que nuestro vuelo se da con la aceptación de las corrientes externas e internas y con nuestra capacidad instintiva a direccionar nuestro vuelo a dónde mayor alimento emocional y vital podamos encontrar.
Si tus síntomas van por el camino de no poder dejar un tema o área de tu vida. ¿Tiendes a querer controlar de manera infalible algo y esto no te causa seguridad sino ansiedad? ¿Cada vez necesitas que las cosas sean de una manera muy determinada? o ¿Tienes conflictos constantemente con los que te rodean o no te sientes a gusto con tu cuerpo, mente o aspecto de ti?
Seguramente estás cristalizando tu sentimiento. Estás tomando sólo la parte racional de la vida y ésta se queda más que corta. El sentimiento se impondrá de todas maneras como un estallido cuando menos te lo esperes y la gestión te será muy compleja. Intenta ir retornando a esos espacios internos en dónde puedas volver a darte permiso a la complejidad del sentimiento, a no estar siempre de acuerdo contigo mismo, a no entender y que no sea un drama.
Posibles caminos de retorno pueden ser: la música, la naturaleza, las artes, la intimidad, el contacto. Lo que sea que en algún momento te ayudó a ser permeable a la vida y sus tiempos. La mente y el pensamiento siempre estarán allí, ese territorio está conquistado, aventúrate a explorar lo demás.
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