La importancia de la congruencia en la comunicación

por | Autocuidado, Autonomía, Desarrollo personal

En toda relación humana, lo que decimos importa… pero cómo lo decimos es lo que deja huella. La comunicación no solo es un intercambio de palabras, sino una danza compleja entre emociones, pensamientos y cuerpo. La salud de nuestras relaciones depende en gran parte de nuestra capacidad para comunicarnos de forma congruente: cuando lo que sentimos, pensamos y expresamos están alineados.

En un mundo donde muchas veces mostramos una cara mientras sentimos otra, hablar de congruencia es hablar de autenticidad, de conexión profunda, y de respeto por uno mismo y por el otro. Explorar esta coherencia interna y externa no solo mejora nuestras relaciones, sino que nos devuelve a casa: a nosotros mismos.

Entender qué sucede en nosotros cuando queremos iniciar una conversación para comunicar algo concreto y terminamos comunicando algo muy distinto, o de una forma que puede confundir al otro más que a traer claridad al vínculo es importante. Detrás de este viraje involuntario en el comunicar suele haber dinámicas inconscientes que estamos llevando a cabo.

En cada relación que establecemos es probable que estemos ejerciendo un rol o máscara determinados. Este rol lleva consigo una serie de creencias, defensas, intenciones y necesidades que están al servicio de que ese aspecto del yo siga vivito y coleando. Es una forma de preservación que aunque eficaz, es inflexible.

Hacernos conscientes de la máscara o rol que está dirigiendo la vinculación en ese momento nos ayudará mucho a flexibilizar nuestra conducta y nuestra manera de comunicarnos en consonancia con las necesidades reales que hemos conseguido hacer conscientes. 

Cuando entramos/ sentimos tensión o conflicto interno se suelen proyectar en más de un vínculo. Es cuando expresamos de la siguiente manera: “no sé qué pasa que me peleo con todo el mundo”, “Nadie me entiende”, “Yo siempre tengo que estar pendiente de los demás, si no, todo se desmorona”, “Parece que nadie me escucha, tengo que repetir las cosas mil veces.”, “No confío en nadie, al final todos me fallan”, “No soporto que me digan lo que tengo que hacer”, “Siempre me enamoro de personas distantes”.

¿Te suenan estas frases? Entonces es tiempo de hacerse preguntas que nos ayuden a flexibilizar nuestra manera de ver y sentir a las personas y situaciones para darnos permisos para comunicarnos de manera congruente. Decir lo que queremos decir, hacer lo que queremos hacer. 

Comunicar de manera congruente empieza por ser honesto con nosotros mismos y pasar por el trabajo incómodo de saberse vulnerable y entonces, poder compartir esa vulnerabilidad en espacios seguros. 

¿Qué preguntas puedo hacerme para explorar proyecciones y conflictos internos en los vínculos?

  1. ¿Qué parte de mí rechazo o no reconozco cuando me molesta tanto lo que el otro hace o dice?
    Invita a mirar la sombra proyectada, según Jung. Lo que me irrita afuera, quizá esté reprimido adentro. 
  2. ¿A quién de mi historia me recuerda esta relación o esta emoción que me despierta?
    Explora resonancias transgeneracionales o repeticiones de roles familiares, desde la terapia sistémica. 
  3. ¿Estoy esperando que el otro repare algo que yo no he podido darme aún?
    Aborda la expectativa inconsciente de que el vínculo actual cure heridas no resueltas. 
  4. ¿Qué papel estoy representando sin darme cuenta en esta relación (salvador, víctima, perseguidor…)?
    Basada en el triángulo dramático de Karpman (perspectiva sistémica), invita a desidentificarse del rol para salir del ciclo. 

¿Qué necesito asumir o transformar en mí para comunicarme desde un lugar más auténtico y libre?
Busca reconectar con la congruencia interna (Perspectiva sistémica), y asumir responsabilidad emocional.

 

Si quieres leer más artículos sobre salud mental ENTRA AQUÍ 

Si necesitas acompañamiento psicológico: AGENDA TU CITA