En general los tiempos de nuestras expectativas no coinciden con los tiempos que se requiere para curar heridas. 

Sanar es un trabajo en dónde vamos transitando por distintas etapas, algunas de las cuales hemos de transitar más de una vez. Entender algo a nivel intelectual no significa haberlo integrado emocionalmente. Por eso escuchamos tantas veces la frase “La teoría ya me la sé, pero en la práctica…” 

En nuestra mente podemos tener los conceptos claros, hasta firmemente argumentando con teorías gracias a haber leído, estudiado, etc. Eso es muy distintos a poder accionar acorde a lo que sabemos en situaciones en dónde lo que rige prioritariamente son los sentimientos y no la mente. 

Hacemos exactamente lo contrario a lo que necesitamos cuando el sentimiento nos secuestra y reaccionamos más como niños que como adultos. Y es que muchas de las heridas más profundas se han quedado estancadas en edades primigenias en dónde no podemos entender, integrar, interpretar intelectualmente lo que ocurría. 

Estamos llenos de parches y tiritas emocionales, también puede haber alguna que otra herida abierta que parece, no cicatriza nunca. Correr en sentido contrario a ellas no va a ser la solución. Tampoco lo será quedarse a mirarlas brevemente y volver a salir corriendo. 

Integrar

El proceso terapéutico es justamente el espacio en donde se otorga el tiempo, el espacio, el cuidado necesario para que podamos integrar aquello que necesitamos sanar desde una mirada adulta, acompañando esa parte infantil en nosotros que no tuvo el abrazo y comprensión adulta en su momento.

No podemos pretender que ese cuidado que no recibimos vaya a curarse si nos hacemos lo mismo a nosotros mismos. La integración de un adulto sano, pasa por acompañarse  uno mismo en todos esos aspectos que requieren de nuestra atención desde el amor, la paciencia, la compasión y el esfuerzo. 

En estos tiempos en donde todo pasa tan rápido, en dónde el tiempo se nos escurre entre tanto entretenimiento y “cosas que tengo que hacer” se nos olvida lo más importante, vivir en concordancia y coherencia con quienes somos. Si no dedicamos espacios de nuestro tiempo a reconocernos, más allá de nuestras expectativas no cumplidas, nos perderemos de ese Ser que somos y necesita salir.