Estar escondidas detrás de aquellos pensamientos que nos paralizan y nos atan a viejas premisas no suele ser la mejor estrategia para desarrollar nuestro autoconocimiento.
Quedarnos esperando “saber hacerlo mejor” o que alguien nos otorgue su aquiescencia es dejar de lado nuestro criterio personal. Es dejarnos a la deriva en nuestra nube de autoexigencia porque raramente estará “a la altura” lo mismo da si es a la de los otros o a la nuestra.
Quedarnos en el mismo lugar haciendo las mismas cosas es exactamente eso: lo mismo. Si hago lo mismo, sé lo mismo. Por supuesto que cuando estoy adquiriendo práctica en algo hacer lo mismo una y otra vez es imprescindible, yo me estoy refiriendo a cuando algo se ha agotado. Sea una estrategia, una herramienta, una técnica, una perspectiva, una dinámica, etc. Para evolucionar he de poder cambiar. Para saber qué más hay dentro de mí y cómo más puedo proyectarme he de probar. He de saberme y mostrarme vulnerable.
Para saber qué aspectos míos están pidiendo salir del sótano se ha de dar algún movimiento. La antesala a esto suele ser un período de calma y reposo. Un período para rearmarse de fuerzas y planificar. Pero para no aislarse en los miedos es necesario que la rueda empiece a girar, que vuelva a tirar los dados y aprenda a jugar con la mano que me ha tocado.
Nos vamos a equivocar y gracias a ello vamos a aprender. A veces no nos vamos a equivocar pero como las cosas no salieron como las teníamos previstas tenemos la sensación de que nos han salido mal.
Como cuesta hacer y después sostener”el a ver qué pasa”. No nos damos muchas veces ni siquiera la oportunidad a disfrutar de nuestra curiosidad. Nos hemos olvidado por completo de cómo ser niñas y queremos ser creativas desde la autoexigencia y el desamparo emocional.
La gran mayoría de decisiones que tomamos no son trascendentales aunque se sienta en ese momento concreto que es lo más importante del mundo. Si te obsesionas con un resultado, una respuesta, un buscar el acabado perfecto pregúntate si en 5 años esta acción seguirá vigente en el impacto vital. Hay muy pocas decisiones que son realmente merecedoras de un poco de bucle mental por aquello de que “me quedo más tranquila si no dejo ningún cabo suelto” pero al final es un diálogo con tu pensamiento y tu intuición. Es decir, hay aspectos racionales y otros aspectos irracionales que siempre estarán en juego y que poco vas a hacer desde tu parte racional. El equilibrio entre lo que sabemos y lo que no. El equilibrio entre lo que se puede controlar y lo que no. El equilibrio entre lo que quiero y lo que necesito.
Quebrantar el miedo quiere decir que aún no prescindiendo de él podemos encontrar las grietas por las cuales escaparnos y hacer nuestro camino.